Tercera entrega de la serie Gleam (las otras dos referencias datan de los años 2006 y 2008) y sin lugar a duda la mejor de ellas o si lo prefieren la más inspirada de largo. Una trilogía que recoge la cara más íntima y desnuda de los dos hermanos Avett junto a su bajista Bob Crawford, prescindiendo de arreglos de cuerdas o cualquier otro instrumento añadido que le dé cierta pompa o profundidad a las canciones. Aquí se trata de mostrarlas en estado de raquítico andamiaje para que el sonido del fingerpicking de las guitarras suene nítido y el empaste dulzón de sus voces se apodere de tu reproductor.
Estamos ante un disco corto - también lo eran las dos entregas anteriores, siendo la primera de hecho un Ep- de tan solo 8 temas, que se abre con la mejor de las canciones del lote titulada “Victory” que es una buena muestra de la intencionalidad del álbum. Uno de esos discos en apariencia pequeño y secundario que crece a cada escucha y que anda directamente inspirado por las tonadas dulces y crepusculares de un eterno como Mickey Newbury. No cambiará el devenir del mundo ni tampoco es una obra sólida y a tener en cuenta dentro de la ya larga carrera de los Avett Brothers, pero es un álbum sosegado y tierno que se dejará querer lo suficiente entre los más fans de la banda. Y es que parece que cuando más lejos se encuentran los hermanos Avett de sentir la presión por alcanzar cotas más altas en su carrera, y ya plenamente conscientes de su rol en la americana actual, es cuando pueden surgir obras tan honestas y sinceras como esta.
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