Este verano pude ver lo que dan de sí sobre el escenario los británicos The Vaccines: un directo tan impecable como falto de carácter y un tanto repetitivo. Pues bien, su nuevo disco da exactamente la medida de lo que tienen que ofrecer hoy: un puñado de estribillos soñadores, melodías luminosas que remiten al pasado, vocación indisimulada de petarlo en grandes escenarios. Y sí, un encanto lánguido que la producción moderna al uso (en este caso, de Andrew Wells, con mezclas de Dave Fridmann) no acaba de sepultar.
Los de Londres son de esos grupos que lo dijeron prácticamente todo a las primeras de cambio. El drama es que es difícil superar joyitas prematuras como “Post Break-up Sex”. El hecho de que en este disco en que recuperan la inmediatez certera de sus inicios se copien un poco a sí mismos (el estribillo de la tierna “Sunkissed” evoca la mencionada sin disimularlo) prueba que Justin Young y compañía saben lo que hay. Tampoco es un drama, si somos conscientes de la liga en la que juegan.
Así que dejando atrás los experimentos con gaseosa y las tentaciones del estudio, la banda se aplica en hacer canciones efectivas, sin dejar de lado el agridulce toquecito melancólico marca de la casa. Grabado en Los Angeles y bautizado con un título que recupera una línea de “American Pie”, el álbum confronta temáticamente sueños y realidad, y tiene la virtud de ser lo que promete: de las tiernas melodías vintage de “Sometimes I Swear” a las guitarritas de “Lunar Eclipse” y los requiebros de su estribillo, hacen canciones dignas para un público que a buen seguro se dejará la garganta coreando sus estribillos.
Compensan el puntual exceso de azúcar (“Discount De Kooning (Last One Standing”) con aciertos vibrantes como “Primitive Man” o el luminoso y breve single “Love To Walk Away”, y acaban dejando buen sabor de boca con “Anonymous in Los Feliz”.
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