Hay quien dice que, en tiempos de quiebra como los que vivimos, lo más revolucionario es no moverse ni una baldosa de nuestros principios. El repliegue sobre nuestras esencias como mecanismo de defensa ante un mundo que parece abrirse a nuestros pies. Y esa parece ser la máxima a la que se aferran los británicos The Telescopes en un decimosegundo álbum que apenas desvía su ideario del que ya explicitó "Exploding Head Syndrome" (2019).
Distorsión a chorrazos, lametones de feedback, oscuridad casi hiriente y destilación de una psicodelia malsana y obsesiva a través de nueve cortes que se desperezan con la cachaza de un paquidermo y plasman su intransferible concepto del drone rock, ese que apuntala su última etapa mediante una producción sucia, apelmazada pero a la vez magmática, haciendo de tan emponzoñado muro de sonido un polo magnético al que, una vez superada la aprensión del primer contacto, se hace difícil no sucumbir.
Los espectros de Suicide, The Velvet Underground o Flying Saucer Attack agitándose inquietos en un frasco de azufre, haciendo – ahora sí – que The Jesus and Mary Chain parezcan hermanitas de la caridad. Lo tomas o lo dejas. Ellos no engañan.
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