Adentrarse en prácticamente cualquier obra de música abstracta es como entrar en un templo donde la subjetividad es deidad. Este nuevo disco de The Talking Book, el proyecto que aúna a Billy Gould –bajista de Faith No More– con Jared Blum y Dominic Cramp, capos del sello Gigantesound y protagonistas de proyectos dignos de prestarles atención como Vision Heat, Lord Tang, Blanketship o Vulcanus 68, no es la excepción.
“Talking Book II” propone el tipo de viaje en el que no todo saldrá como uno se lo espera, pero la perseverancia y la posibilidad de darle varias escuchas pueden ser reveladoras. Sea cual fuere la manera de encarar la faena, aquí no habrá medias tintas: el disco pasará desapercibido para algunos mientras para otros será tan impactante que quizá les haga replantear el significado del término “experimental”; e incluso puede convertirse en una referencia de peso, a tal punto de funcionar como un iniciador en el campo del sonido abstracto, una suerte de “Kind Of Blue” de este género indomable. Se entiende que para llegar a tales conclusiones es posible que se requiera de cierto esfuerzo: el “sentido” de las composiciones no aflora a primera escucha, aunque tampoco es un secreto indescifrable.
“Talking Book II” tiene un armazón sostenido a base de arreglos y melodías creadas con total consonancia, las cuales dan un balance que posibilita, aún a los aficionados a este tipo de sonido, encontrar un hilo conductor en toda la placa. Para interpretar las intenciones de la obra, es clave esa línea percusiva que va y viene a lo largo de la misma, una suerte de solenoide rítmica escurridiza, que a veces asoma a partir de pianos y otras desde percusiones “secretas”. Respecto a esto, es destacable la forma en que el trío evita ser calificado a partir de los ritmos empleados, que sólo suman identidad al disco completo, sin dar lugar al etiquetado de sonidos.
En cuanto a los climas, hay guiños al ambient de los setenta y suficiente presencia drone como para no ser música apta para escuchar de fondo. Las técnicas de obtención de sonidos originales habituales de la banda, consistentes en extraer muestras de viejos vinilos para luego procesarlos, así como de la ralentización de cintas, hacen un match perfecto con la instrumentación orgánica que también, a su manera, dice aquí presente. Un ejemplo perfecto de esto es “Absent Horizon”, una maniobra acústica de auténtico progresivo firmada por Gould, protagonizada por guitarra y flauta travesera, gentileza de Cristian Gallardo de Como Asesinar a Felipes. También lo es “The Last Time She Died”, otro tema de Gould en el que el mellotron y la melódica regalan un entrañable y melancólico entorno balcánico.
Yendo a la apertura del álbum, la pareja de cortes que lo inauguran interactúan perfectamente: el drama contemplativo de “Blood Aurora” da lugar al arrebato de grandeza que propone “Thermal Drift”, en la que los sintetizadores espaciales intentan dar con el tempo de una drum machine moribunda. Aún en las piezas más crípticas como “Zastava” o “They Came At Dawn” se aprecia una línea argumental dictada por capas de sonido que se deben unas a otras. “Early Sorrows”, “A Sea Turned To Stone” y “Heritor” ofrecen horizontes incidentales que invitan a las mentes oyentes a dar con las imágenes que sus oídos les piden. Aún en los pasajes más signados por el ruidismo devenido de la experimentación electrónica (“Dying Light”, “The War Was Better”), este disco no pierde el sentido de la coherencia, el cual, en definitiva es la más importante virtud en su camino a encumbrarse en una obra fundamental de este 2020 tan raro, contemplativo, sentimental y experimental como la música de The Talking Book.
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