The Sunshine World Of Louis Philippe

Quizá no debería hacer falta que Sean O’Hagan (The High Llamas, Microdisney) nos descubra a estas alturas a Louis Philippe, pero bienvenida sea esta retrospectiva seleccionada por el británico para rescatar canciones que el francés fechó entre 1994 y 2007, ya descatalogadas o por fin plasmadas en vinilo: nada sobra en la discografía de este músico, brillante periodista deportivo (suyas son las premiadas biografías de Eric Cantona y Thierry Henry, dos leyendas del fútbol galo, a las que hay que sumar su trayectoria como cronista de France Football), responsable de los excelsos arreglos de cuerda de algunos de los mejores discos de The Clientele, los propios The High Llamas, Martin Newell, Towa Tei (ex Deee-Lite), Bertrand Burgalat o nuestros paisanos La Buena Vida e influencia capital para el sonido de Shibuya al otro lado del planeta. Alta costura pop. Cosa muy fina. Lo cuenta O’Hagan en la hoja promocional: desde que se conocieran en las oficinas de Cherry Red, el flechazo con su música fue instantáneo.

Así que sirvan estas catorce deliciosas canciones reunidas en este “Sean O'Hagan Presents: The Sunshine World Of Louis Philippe” –únicamente disponible en formato físico, no lo busques en plataformas– como aperitivo de cinco estrellas a la que debería ser la continuación de “Thunderclouds” (Tapete/Gran Sol, 20), la ambrosía que el normando nos regaló hace algo más de dos años como Louis Phillippe & The Night Mail, el último de los casi veinte álbumes que lleva publicados hasta la fecha, a su nombre o en colaboración con otros artistas. “My Favourite Part Of You”, “Boxing Clever”, “An Ordinary Girl”, “Le Voyageur”, “Wonderfull” o “I Can’t Own Her” (sí, la misma que Andy Partridge compuso y grabó para la última obra maestra de XTC, aquel “Apple Venus Vol. 1” de 1999, que curiosamente vio la luz un año antes en la versión de Phillippe), arrebatarán a cualquier fan de Tindersticks, Everything But The Girl, Burt Bacharach, Brian Wilson, Stephen Sondheim, Michel Legrand o Boris Vian. Es decir, a cualquier enamorado del pop elegante, sutil, bien orquestado, con su punto de barroquismo y su mucho de distinción, con su aura de atemporalidad y cosmopolitismo intactas. Muchísimo nivel.