Este disco es un viaje, y tienes que dejar que te agarre el corazón con las dos manos, así será tu amigo y tu confidente, de otro modo quizás lo odiarás hasta llegar a la indiferencia.
Es doble y es un debut, un acto de fanfarronería rayano en la peor autocomplacencia, pero todo son piezas de un puzzle que comienza entrado con la dudosa arma del slowcore en 2007. Sin embargo, Bandini es más. Americana y canción de autor de la que beben Cohen y Cave. Y sobre todo rock de pulso lento y tenso por el que se desgranan unas letras en inglés que van creciendo a medida que se hacen simples, que plantean juegos de enrevesada ironía con la depresión y la autocompasión. Un disco soleado en tonos oscuros que se ha separado en dos volúmenes cortos que se pueden paladear juntos y por separado, no rompen la estructura del álbum, se complementan para ofrecer el panorama general de un grupo con demasiado que decir en este mundo en el que a veces hay demasiadas prisas para llegar a entrar en estas canciones de apariencia fácil y fondo retorcido como un laberinto.
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