Cuarenta y cuatro años más tarde de la publicación de “Parallelograms”, el que hasta hoy era su único álbum, una Linda Perhacs septuagenaria se deja convencer para volver a un estudio de grabación y hasta para girar en vivo su exiguo cancionero –estará, por ejemplo, en el Primavera Sound 2014-. Tal vez la prensa musical de hoy, con sus prisas y también con sus deudas, no considere el retorno merecedor de ocupar un lugar destacado en la portada, sin embargo con el paso del tiempo “Parallelograms” se ha convertido en un álbum mítico, uno de los verdaderos tesoros que nos ha dado la arqueología pop reciente, y su autora objeto de devoción e inspiración para la plana mayor de la New Weird America -desde Joanna Newsom a Marissa Nadler- y los chicos más listos de la clase -Kieran Hebden / Four Tet la reivindicaba hace unos años en su “Late Night Tales”, y Julia Holter y Nite Jewel colaboran aportando coros a algunas canciones de “The Soul Of All Natural Things”-.
Con esas credenciales parece complicado lograr un retorno a la altura de la leyenda. El mundo ha cambiado y en el contexto actual resulta complicado justificar el tufillo new age de “Daybreak” y la titular “The Soul Of All Natural Things”, o aplaudir el carácter visionario de una artista que inevitablemente ha visto como sus vástagos la aventajaban. Superados esos prejuicios y a un lado el discurso místico-ecologista de esta dentista metida a estrella del pop, lo que nos queda es un disco notable en el que la Perhacs se rinde un más que merecido autotributo, con momentos de estremecedora pureza –“Children”, “Freely”, “Prisms Of Glass”- y la percepción general de que lo más difícil, la voz musical propia, se mantiene intacta casi cincuenta años y un equipo de colaboradores totalmente renovado después. Una vez obrado el improbable milagro de este retorno sólo falta que alguien se acuerde y rehabilite para la causa musical a Virginia Astley…
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