Era una evidencia que, en manos de una banda como The Flaming Lips, la recreación en directo de uno de sus discos míticos al completo no iba a ser una práctica más. Ciertamente y como parte de la celebración del vigésimo aniversario de The Soft Bulletin (Warner Bros., 99), los norteamericanos reclutaron a la Orquesta Sinfónica de Colorado para ofrecer, sobre el incomparable escenario al aire libre del anfiteatro Red Rocks de Denver, una épica y espectacular relectura del álbum en cuestión.
El resultado de juntar la elegancia instrumental propia de una orquesta sinfónica y a una banda tan imaginativa, con la intención de perpetrar un conjunto de canciones inspirado y probadamente atemporal, propiciaba unas expectativas de lo más jugosas. Unas perspectivas a la postre satisfechas, con la orquesta añadiendo un sinfín de texturas sonoras adicionales con respecto al original y elevando los temas (ya de por sí ampliamente sugestivos) hasta niveles inéditos de gran despliegue sensorial. La inicial “Race For The Prize” es un viaje en sí misma con esos coros espectaculares, mientras que la psicodelia del grupo se entrevera en armonía con arreglos clásicos a lo largo de piezas como “The Spark That Bled”, el medio tiempo “A Spoonful Weighs A Ton”, “The Gash” o “What Is The Light?”. También destaca la colorida delicadeza de “Buggin'” y su espectacular final, o el clásico “Waitin' For A Superman” en una exquisita versión al piano precedida por el interludio instrumental de “The Observer”. El espectáculo cuenta con un final acorde y a la altura, aunando “Feeling Yourself Disintegrate” y la calma (de nuevo instrumental) de “Sleeping On The Roof”. Ni siquiera las consabidas limitaciones vocales del icónico Wayne Coyne impiden la consecución del objetivo, quedando probado que la publicación de un disco en directo también puede tener como resultado una experiencia emocionante e implicante.
The Flaming Lips es una banda en continúo movimiento y siempre dispuesta a afrontar la vuelta de tuerca adicional, e incluso cuando miran hacia atrás para, como en este caso, recuperar una obra pretérita, resultan revolucionarios y capaces de reinventarse a sí mismos. Si a eso se añade el hecho de que ver al combo en directo es una de esas experiencias que deben realizarse al menos una vez en la vida, la materialización de la presente referencia no solo queda justificada, sino que además debe ser ampliamente celebrada.
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