Bajo este nombre abiertamente psicodélico se ocultan (literalmente, en sus fotos promocionales son calaveras) el DJ londinense de origen turco chipriota Erol Alkan, fundador del influyente club Trash y el pionero del acid house Richard Norris, quien ha trabajado con gente tan diversa como Joe Strummer, en su etapa de The Mescaleros o Genesis P- Orridge, además de miembro del dúo electrónico The Grid.
En realidad, ambos empezaron a trabajar bajo este nombre hace una década, unidos por su pasión por los sonidos lisérgicos de los sesenta, pero éste es su primer disco con material propio, porque hasta el momento se han dedicado a las remezclas contemporáneas o de viejos discos clásicos.
¿Psicodelia electrónica, entonces? En “The Soft Bounce”, que viene animado con abundantes colaboraciones vocales de gente como Euros Childs (frontman de la banda psicodélica de los noventa Gorky´s Zygotic Mynci), Blaine Harrison (The Mystery Jets), la irlandesa Hannah Peel o Jane Weaver, lo que llama la atención desde los primeros cortes es la variedad de registros. Aunque la sombra de Chemical Brothers (a quienes han remezclado nuestros hombres), el disco se caracteriza por pasar sin traumas de la contundencia proto-punk de “Iron Age” al pop retrofuturista de “Creation”, con su regusto a Stereolab, los aires de tema James Bond de “Black Crow” o el electro-pop melancólico de “Diagram Girl”, casi OMD vintage.
No faltan, sin embargo, paisajes puramente ácidos y más personales, como los de “Delicious Light” y “Tomorrow, Forever”, con esas atmósferas centrifugadas, densas y abstractas que casi evocan al “Loveless” de My Bloody Valentine. La canción que da título al disco, con su peculiar percusión, es de lo mejorcito de un disco entretenido que, pese a algunos lugares comunes con demasiado regusto a los noventa, contiene un despliegue creativo muy estimable y que no se resiente de la aparente dispersión.
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