The Smile nos sorprenden de nuevo con 'Cutouts'
Discos / The Smile

The Smile nos sorprenden de nuevo con 'Cutouts'

8 / 10
Marcos Gendre — 04-10-2024
Empresa — XL Recordings / Popstock!
Género — Rock

Últimamente, un servidor se pregunta si en algún momento se va a detener el grifo de la inspiración de Thom Yorke, Johnny Greenwood y Tom Skinner. Ya no se trata sólo de que hace poco más de medio año que nos regalaron una pieza discográfica con la enjundia deWall Of Eyes, sino que, ahora, su continuación llega en un tiempo record, como si hubiéramos vuelto a la década prodigiosa, la de los años sesenta.

Quizás un poco de esta necesidad de aquellos años –en los que el credo era no parar de investigar y plasmar la inspiración en canciones rebosantes de inquietud y personalidad–, hay mucho en la actitud con la que The Smile están funcionando a día de hoy, totalmente a los márgenes de los tiempos que marcan los ritmos de publicación musical. Eso y que con hitos como "Zero Sum" o "Instant Psalm" resulta complicado almacenar los brillantes resultados aquí expuestos hasta otra ocasión. También porque, no nos engañemos, “Cutouts” funciona como el siamés perfecto de su anterior álbum, lo cual también redunda en una pregunta sobre la división de ambos cancioneros, cuando ambos habrían funcionado a la perfección juntos, dando lugar a un clásico contemporáneo.

Tampoco es que la separación de ambos suponga una oportunidad perdida, ya que artefactos como este tercer álbum de estudio del trío emerge con entidad totalmente propia. No en vano, en esta decena de canciones, podemos rastrear espasmos de electrónica cubista en el primer tramo de "Don't Get Me Started" y en “Foreign Spies” asoma la belleza abisal capaz de levantar Burial. De hecho, algo hay de lo que Yorke hizo con Burial hace tres años en esta pieza cuasi ascética, ideal para entender el grado de ingravidez emocional que son capaces de tejer las también cabezas pensantes de Radiohead.

Hay algo en su capacidad para fusionar ritmos lentos con rápidos que desarma a través del fantasioso crisol de texturas que Greenwood es capaz de desplegar a lo largo de unas canciones encadenadas a una dualidad central: beats espasmódicos junto al golpe de batería humana ejecutado por Skinner. Porque, al fin y al cabo, lo que representa este trabajo, es una máxima que los Yorke y compañía están desplegando desde que se sacaron de la manga The Smile: fundir futurismo y clasicismo instrumental desde una perspectiva en la que el pop es fruto de un modélico trabajo de heterodoxia. Una que antepone siempre el alma a la forma. Y que en esta nueva demostración de marciano post-punk progresivo vuelve a alcanzar cotas inquietantes de humanidad que suenan a pura supervivencia.

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