Hackney Diamonds
DiscosThe Rolling Stones

Hackney Diamonds

8 / 10
Sergio Ariza — 20-10-2023
Empresa — Polydor
Género — Rock & Roll

A estas alturas de la carrera de los Rolling Stones, y de su vida, con la reciente muerte de Charlie Watts detrás de ellos, uno esperaría un disco en el que sus Satánicas Majestades miraran cara a cara a la muerte, plagado de blues lentos sobre el paso del tiempo y baladas lastimosas sobre los amigos caídos. Pero resulta que no, que los abueletes han decidido que el tiempo sigue estando de su parte y que es el momento de hacer lo que mejor saben, un disco de rock & roll sucio, cabreado, estúpido, lleno de chulería Stone y que, increíblemente, te apetecerá volver a poner una vez terminada esa escucha que les debes por aquello de que son los putos Stones.

Evidentemente no es justo comparar este disco con el periodo cumbre de su carrera, de 1968 a 1972, en el que solo sacaron obras maestras, evidentemente “Hackney Diamonds” no está a la altura de “Let It Bleed” o de “Exile On Main Street”, claro que no, tampoco lo están el 99'99999(pongan los nueves que hagan falta)% de discos que se han publicado desde entonces, pero si "Hackney Diamonds" lo sacara un grupo de veinteañeros que se hubieran metido esos cuatro discos en vena entonces estaríamos llamándoles cosas como la nueva esperanza del rock o algo parecido. Y es que seguimos empeñados en enterrar un género cuando todavía se pasea por la Tierra el mejor grupo (o lo que queda de él) que dio el mítico género.

"Angry" abre el disco, y es el sencillo de presentación del mismo, por una simple razón, es casi un ejercicio de estilo sobre el sonido más prototípico de los Stones, un riff tipo "Start Me Up", las guitarras de Keith Richards y Ronnie Wood jugando al gato y al ratón entre ellas y un Jagger pletórico de fuerza en la voz. Eso sí, "Hackney Diamonds" va mucho más allá de esta canción.

En "Get Close", una de las tres canciones en las que les echa una mano en la composición el joven productor Andrew Watt, nos vamos a los tiempos de "Sticky Fingers", un riff sucio de pocas notas y un estribillo convincente, por si fuera poco percusiones latinas y un solo de saxo que te hace preguntarte si han conseguido resucitar a Bobby Keys para el disco. La mejor noticia de "Hackney Diamonds" es el estado vocal de un Mick Jagger, al que escuchándole es normal que te olvides de que es un bisabuelo de 80 años. Aquí canta, gruñe, juega con su pronunciación 'cockney' y parece sentir cada nota de la melodía.

"Depending On You" es una balada resultona en la que Jagger exclama con convicción "ahora soy demasiado joven para morir y demasiado viejo para perder", musicalmente los Black Crowes, la mejor banda tributo de la historia, debería plantearse hacer una versión de la misma. Y luego llega "Bite My Head Off", la esperada colaboración con Paul McCartney, en la que el Beatle demuestra que también fue el bajista de Nirvana para una canción, con un ruidoso fuzz en, espero, su mítico Höfner. La canción suena a los Stones de "Some Girls", los que estaban aguijoneados por el punk, con los Sex Pistols como referentes.

Aunque no todo destaca en el disco, "Whole Wide World", el estribillo más pop del disco, está demasiado pulida y suena fría, aunque al final las guitarras se desbocan un poco. Pero luego suenan las guitarras steel de "Dreamy skies" y uno lo perdona todo, la canción les ve volver al blues country con la fortuna de casi siempre, Gram Parsons y Charley Patton darían su aprobación, el hecho de que Richards cante la armonía junto a Jagger y este vuelva a la armónica es otro puntazo que le da sabor clásico, casi sonando a "Beggar's Banquet".

"Mess It Up" combina los riffs de Keith con un estribillo que es puro Studio 54, se la podría llamar "Miss You 2.0", no es uno de los temas más destacables del disco, aquí sí que uno piensa que el Jagger de hace 40 años la hubiera cantado entera en falsete, pero es una de las dos en las que suena la batería de Charlie Watts, y ya solo por eso merece la inclusión. Claro que en "Live By The Sword" vuelve el otro componente de la sección rítmica de los Stones, Bill Wyman, y se vuelve a sumar el martilleante piano de Elton John. La canción es pura exuberancia y chulería Stone, es tonta y divertida, y cuanto más la escuchas más subes el volumen, Chuck Berry, que está en los cielos, da su bendición Estos venerables octogenarios suenan todavía como las balas perdidas que una vez fueron.

Si al escuchar el acorde inicial de "Driving Me Too Hard" te viene a la memoria "Tumbling Dice" es normal. Esta es la única canción que Jagger y Richards escribieron juntos en el estudio, como en los viejos tiempos, es una mezcla perfecta de los acordes de Keith con una melodía puro Jagger, con un punto soul. "Tell Me Straight" es la canción que se reserva Richards para cantar él mismo, doblándose con unas bonitas armonías, y es un buen tema, oscuro y melancólico, que no hubiera sonado fuera de lugar en el "Being There" de Wilco. Richards se pregunta si su futuro ya se quedó en el pasado…

Pero lo mejor llega con "Sweet Sounds Of Heaven" que no es solo la mejor canción del disco sino una prueba de que todavía hay fuego aquí, y es que esta vez sí suenan como una banda tocando en un sótano desolado de Francia, como si se estuvieran alimentando unos de otros, con Stevie Wonder y Lady Gaga uniéndose y aportando pero no para brillar por sí mismos sino como si fueran miembros de la banda, como si fueran Nicky Hopkins y Merry Clayton, en vez de un mito de la música casi retirado y una estrella del pop. La canción tiene sus raíces en el góspel, como "Shine A Light", y Gaga consigue sacar lo mejor de Jagger en lo vocal, pero más allá de exhibiciones vocales, el tema funciona como un todo, con su crescendo, su parada y su glorioso final con los vientos, las guitarras y las voces desbocándose.

En la portada de "Let It Bleed" advertían que "este disco debe reproducirse alto" y este disco va por el mismo camino, en "Sweet Sounds Of Heaven" ya avisan "Let the music, let the music play loud", pero en esa canción dan con la clave del disco, decía Keith Richards que "no importa lo viejo que sea el marco, cuando tocas rock & roll, tienes que ser joven de corazón", y en "Hackney Diamonds" Mick Jagger se confirma como el Peter Pan definitivo, "deja que los viejos sigan creyendo que son jóvenes".

Y el final es imposible no verlo como el cierre de una época, con una versión desnuda de la canción que les dio nombre hace varios siglos, homenaje al hombre que, junto a Chuck Berry, definió su música, Muddy Waters. Una versión de "Rollin’ Stone" con solo la guitarra de Keith, la voz de Mick y la armónica de este último, los Glimmer Twins dirigiéndose al atardecer mientras suenan los títulos de crédito. Si este es el final (que no lo será, ya han comentado que casi tienen cerrado otro disco) se pueden ir con la cabeza bien alta.

 

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