A este hombre hay que colocarlo en un altar a perpetuidad. Tras tantos años de carrera no sólo no sufre desgasto alguno sino que parece superarse a cada nuevo paso. Tras una obra monumental como fue “Grace for Drowning” nadie pensaba que su siguiente álbum pudiera estar a la altura. Nada más lejos de la realidad, “The Raven that Refused to Sing” está como mínimo al mismo nivel.
Una absoluta maravilla de arriba abajo donde el genio sabe marcar la justa distancia respecto a sus anteriores obras en solitario y más respecto a Porcupine Tree. Una obra que echa mano del pasado más que nunca, logrando permanecer al mismo tiempo tan vigente como cualquiera de sus anteriores trabajos.
Todo buen seguidor del progresivo y del rock de los setenta no puede más que arrodillarse ante tamaña obra de un hombre que ya es por méritos propios uno de los grandes nombres de la historia de este género.
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