Pocas bandas de mediados de los 90 han llegado a 2016 con el prestigio intacto. Ése es el caso de los suecos, que se las han arreglado para mantener el misterio simplemente siendo exigentes con su material. Tres discos (el primero de 2003, cierto), un reguero de singles y un recopilatorio parece una cosecha algo parca. Pero The Radio Dept. siempre han apostado por la calidad más que por la cantidad, desde el indie shoegazer canónico pero exquisito de sus inicios hasta el pop electrónico para paladares exigentes que practican desde hace tiempo.
“Running Out of Love”, su cuarto álbum, llega seis años después de “Clinging To a Scheme” (Popstock!, 10), y cinco tras el recopilatorio (“Passive Agressive”). Un extraño contencioso legal con su sello ha alargado los plazos (ya en los textos de aquel recopilatorio el jefe del sello destacaba la tormentosa relación con la banda), pero en 2014 y 2015 llegaban sendos singles (el último, el EP “Occupied”, canción recuperada aquí).
Y en su nuevo disco la elegancia innata de los suecos (dream pop lo llamaron en su momento) sigue incólume. En las letras, su aguerrido posicionamiento político se acentúa (ahí quedó su corte “Death to Fascism” de 2014). Nos puede parecer un chiste a los que sufrimos el deprimente esperpento ibérico cada día, pero Johan Duncanson y los suyos intuyen que algo huele a podrido en la (desde la distancia y seguramente mitificación) modélica sociedad nórdica, y así lo plantean desde el poderoso single “Swedish Guns”. “Es un disco sobre todas las cosas que están yendo en la mala dirección, sobre cómo nuestra sociedad parece estar en regresión en tantos niveles”, dicen. Y la inspiración funciona.
Concebido como álbum distópico y serenamente desesperanzado, predomina en “Running Out of Love” un tono de lánguida melancolía, de tristeza, de bello fatalismo. Desencanto político, desamor, nos hacemos viejos, qué más da: La canción instrumental que da título al álbum lo ejemplifica a la perfección. Cómo se las arreglan a estas alturas para hacer pop electrónico tan personal me parece un enigma, aunque sus referencias siguen siendo excelsas: La estrofa de “We Got Game” o el bajo sintético y el estribillo de “This Thing Was Bound To Happen”, por no hablar de los sintetizadores de “Occupied”, capturan el oro puro melódico de los mejores New Order. Hasta el aire indisimuladamente Madchester de “Commited to the Cause” con ese bajo ensimismado (el momento más moderadamente luminoso del disco) encaja. Reservando casi lo mejor para el final, la sublime “Teach Me To Forget”, el balance no puede ser otro que su colección de canciones más potente desde…¿siempre? Y mira que el listón estaba alto.
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