Las temáticas que han guiado hasta el momento la carrera de la noruega Jenny Hval siempre han tenido un componente de lo más transgresor, tratando siempre de remover conciencias y suscitar fuertes imágenes en el oyente. Todo esto ha sido posible gracias a adentrarse en una visión musical de lo más brumosa, donde atmósferas amenazantes sirven para dar entrada a historias de vampiros, sangre menstrual, género fluido o renacimientos espirituales. El sentimiento de estar siempre ante historias fantásticas que acaban conectando buenamente con temas que se tienden a esquivar dentro de la sociedad ha sido una máxima en la exploración de la artista, erigiéndose como una artista capaz de lograr unas canciones convulsas en todos los sentidos.
En este nuevo trabajo se adentra de lleno en algo que a priori resulta de lo más manido como es al amor, ofreciéndonos por supuesto una visión deconstructiva de todos sus significados clásicos que se extiende hasta incluso la maternidad. Así es como en “Accident” nos presenta la historia de una hija no deseada y todo lo que subyace alrededor de su vida con frases tan peliagudas como “And she was told she was the closest her mother came to magic”. Con escenas como estas Jenny Hval es capaz de acercar más que nunca el plano emocional al plano terrenal, empleando más que nunca personajes identificables y nada ambiguos.
Más referencias claras que aparecen en este disco llegan con la naturaleza, encontrándonos en ella una unión completa con el ser humano tal cual expone en el tema que da título al trabajo. Quizás es en este punto donde nos encontramos con las estampas más contemplativas del trabajo, aquellas que nos remiten al conjunto de sensaciones frías y distantes que impregnan su habitual imaginario. A pesar de ello, la diferencia que nos encontramos en esta ocasión es que no apela a la abstracción, sino que logra apoyarse en paisajes y acciones humanas para transmitir de lleno hacia donde nos conducen sus temas.
Acompañando a estos relatos nos encontramos ante unas canciones más dinámicas y menos sumidas en el carácter místico habitual de sus trabajos, prendiendo de este modo la mecha hacia una concepción electrónica más vertiginosa y apegada a lo desinhibido. En esta ocasión no son las voces fantasmagóricas lo que hace que los temas puedan tomar una dirección u otra, sino más bien las capas de sonido y la enfatización del apartado rítmico lo que va a marcar la pauta a seguir. Cómo si se tratase de impulsos nerviosos, las bases presentes en temas como “Ashes to Ashes” apuntan hacia un camino menos críptico pero que igualmente logra dibujar una sonrisa inquietante.
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