No son pocos quienes defienden que estos, los del primer disco, los de Syd Barrett, los que sacudieron la escena británica con su psicodelia y su excentricidad, son los auténticos y únicos Pink Floyd.
Y aunque servidor no comparte esa opinión, no cabe duda de que este trabajo, que ahora cumple cuarenta años, es todo un pedazo de historia. Aquí la creatividad fluía libremente, sin aceptar norma alguna, dispuesta a marcar una nueva y excitante era en la que, con la inestimable ayuda del LSD, se abrían grandes vías a la experimentación. Pero los excesos lisérgicos borraron a Barret del mapa y Pink Floyd tomaron otro camino, de tremendo éxito, a pesar del cual sus raíces nunca fueron eclipsadas totalmente. Prueba de ello es esta cuidada y bella reedición en formato libro, con tres discos compactos en su interior. Los dos primeros presentan nuevas mezclas, en estéreo y mono respectivamente, del disco original, mientras el tercero consta de algunas tomas alternativas y la recuperación de sus primeros singles. En el libreto interior, además, se incluyen las letras, así como un pequeño cuaderno con dibujos y escritos firmados por Syd Barret. Se echan de menos, sin embargo, anotaciones biográficas e información acerca de cada corte, así como más piezas realmente inéditas en ese tercer CD. Con todo, ante un material de este calibre, las lamentaciones y los pequeños detalles quedan relegados a un segundo plano. Lo dicho, un pedazo de historia.
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