Al igual que Elvis Presley derribó barreras raciales en los años cincuenta, detonando así esa gran explosión llamada rock and roll, Wanda Jackson se las apañó prácticamente solita para lidiar con los prejuicios machistas de la época, logrando así que la mujer formara parte activa de aquella revolución musical y social. De hecho, frente a la energía que esta pionera liberaba en temazos como "Let's Have A Party", su romance con Elvis quedó en pura anécdota. Eso mismo debió pensar Jack White al tirar de una fórmula de sobra conocida: exitoso productor dirige a estrella veterana en un disco de versiones (recuérdese también el caso de Loretta Lynn a la que White también producía). El interés reside en comprobar si el impulso del productor -y su olfato al elegir los temas- sirve para que la estrella se crezca haciendo suyas composiciones que, a priori, escapan de su radio de acción. En este sentido, "The Party Ain't Over" presenta un resultado notable al abordar con naturalidad clásicos como "Shakin' All Over", revisitar el aire kitsch de Andrew Sisters, recuperar oldies rockabilly, versionar un tema reciente de Dylan, otro de Amy Winehouse y un corte country de Jimmie Rodgers. Así pues, con ayuda de White, Wanda sigue animando la fiesta.
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