Laugh Track
DiscosThe National

Laugh Track

6 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 18-09-2023
Empresa — 4AD
Género — Indie pop

Estandarización de la fórmula. A tope. Eso se llama, resumiendo, lo que les ocurre a The National. Hace ya mucho tiempo. Quizá sean demasiados los discos que les ha dado por publicar este año. Veintitrés canciones en total, sumando estas a las que publicaron a finales de abril. Y aunque no hay nada reprochable en ello ni en su resolución, que siguen fiando a un oficio indiscutible, esa delgada línea que media entre la fiabilidad y el muermo se vuelve cada vez más urgente. No hay nada en estas doce canciones que no hayamos escuchado antes. Y casi siempre, mejor.

Ni siquiera les sacan muchas aristas a las colaboraciones: la de Bon Iver en “Weird Goodbyes”, la de Phoebe Bridgers en “Laugh Track” e incluso la de Rosanne Cash en “Crumble” (la que más juego podría dar por diferencia en edad y estilo) son más cosméticas que determinantes. Los discretos crescendos, los medidos arreglos de cuerda, la serenidad de sus letanías, el tono levemente épico pero contenido de sus esperanzadas melodías… es como una salmodia en sesión continua. Reconozcámoslo. La carta de ajuste del indie rock madurito. Un muñeco al que se le agotan las pilas tan lentamente que acaba por sonar a disco rayado. La prolongada languidez de un crepúsculo que ha tenido (por supuesto) atardeceres mucho más lucidos.

Solo la apoteosis final de “Space Invader” y la crepitante urgencia de la sobresaliente “Smoke Detector” –ambas por encima de los seis o siete minutos, ya rodadas sobre los escenarios: la segunda podría ser un buen punto de fuga o, quién sabe, una especie de gran epitafio– me sacuden un poco por dentro. ¿Era necesaria esta segunda tanda de canciones tras el notable –aunque igualmente continuista– “First Two Pages Of Frankentein” (23). ¿Son meros descartes de aquel? ¿En qué punto del trayecto se planta uno y se baja del carro? ¿Es imprescindible ser mega-ultra-fan fatal para negar por completo esa posibilidad? Algunas de estas canciones podrían tener un efecto cauterizador, según quien las reciba, aunque me temo que, más bien, casi todas induzcan solo a la modorra. Otras hallarán acomodo en resultonas listas de reproducción. Otras serán buen combustible para sus directos. Pero dudo mucho que nos acordemos de ellas en tres o cuatro años.

 

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