En una carrera tan dilatada y siempre certera como la The Mountain Goats, nos podemos encontrar con trabajos que toquen la mayoría de facetas mostradas a lo largo de estos años. Esta es la impresión que nos causó su anterior “Beat The Champ”, volviéndose a repetir de lleno en este nuevo “Goths”. La influyente banda norteamericana es consciente de que no tiene que demostrar nada nuevo a estas alturas, más allá de dar rienda suelta a su introspectivo rock suavizado con elementos más acústicos propiamente heredados de la tradición folk norteamericana. Las canciones de este disco nos remiten de lleno al contraste creado entre la seriedad con la que afrontan los recorridos a través de las rutas y personajes más profundos de su país, junto el inventario tan liviano y cotidiano del que pueden surgir canciones como “For the Portuguese Goth Metal Bands”. En ella, acentúan episodios de tragicomedia en la vida de un músico de una forma indistinguible entre lo que tiende a lo caricaturizado y lo que no, obteniendo una vez más las coordenadas básicas de la personalidad de John Darnielle. Pocos músicos se pueden mantener en esa situación en la que depende de cómo analices sus temas podrás encontrar dos cosas bien diferentes.
A lo largo de este nuevo trabajo reúnen sus caras más reconocibles como son el tono desafiante de “Shelved”, el deambular entre ambientes que tienden hacia el soul de “Wear Black” o la inquebrantable solemnidad presente en la inicial “Rain In Soho”. Todo parece desarrollarse sin ningún tipo de presión, recurriendo como es habitual en ellos a la ironía y surrealismo que encierran en “Unicorn Tolerance” o “Abandoned Flesh”. Solo así pueden conseguir que sus canciones discurran de una forma tranquila pero que sean capaces de sugerir al mismo tiempo estampas donde lo nostálgico también tiene cabida. Este podría ser el caso de “Paid In Cocaine”, donde logran unos arreglos sencillos con los que consiguen llenar todo el espacio que deja la melodía al resto del tema. Esta constante en los temas del trabajo es algo también muy destacable, ya que bien sea a través del saxofón o el piano, el tono clásico y en ocasiones con querencia hacia lo jazzístico siempre está asegurado. Un trabajo que viene a poner de manifiesto aquello de que si algo funciona bien es mejor no cambiarlo, más aún a estas alturas de la película.
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