Pues no podemos descartar aún a Wolf como enésimo “nuevo Bowie”. Se ha ganado una prórroga. Y -aparte de megagay- se le ve feliz, incorporando con esa alegría un factor poppie que sienta de fábula a su artesanía instrumental, especialmente a los detalles de electrónica folk, que disponen de rincones de sobra para lucir. “Overture” (demasiado “Mad World” de Tears For Fears para ser la canción de entrada) franquea paso a los mejores momentos: “The Magic Position”, una sintonía luminosa perfecta para dar vueltas en el carrusel de la portada; “Magpie”, cuyas cuerdas honra la gastada voz de Marianne Faithfull (¡quítense los sombreros!); “Get Lost” y su industrialización de Magnetic Fields y el pop sueco tipo Labrador; “Accident & Emergency”, juguetona apuesta por estructuras de pop sinfónico a la Arcade Fire o “Bluebells”, donde Patrick junta al mismo Bowie con Nick Cave y los baladistas electrónicos de los ochenta (Yazoo, Erasure). Gran canción, ésta. No se puede decir lo mismo de “Augustine” (¡a Patrick le gusta Tom Waits!) o “Finale”, pinchazos que rebajan el promedio. Y, lo que es peor en alguien como Wolf, aburren. Pero mientras las ideas bullan, los arreglos arriesguen y la clase se intuya, se puede ir equivocando en el treinta por ciento de cada disco. También le pasaba al mejor Duque Blanco.
Gosh, I wish I would have had that inaftmorion earlier!