The Maccabees dieron un enorme salto de calidad y trascendencia con el que fue su tercer álbum hace ya tres años y medio, el espléndido “Given To The Wild” (Fiction, 12), por lo que la presente continuación se atojaba determinante para certificar estatus. La formación regresa con “Marks To Prove It” (Fiction, 15), un trabajo que mantiene ambición e inspiración hasta derivar en una adictiva colección de canciones con la que destacar por encima de la numerosa maraña de bandas que componen la actual escena británica.
Un total de once paradas que lucen independientes entre sí, en lo que se impone como una de las principales cualidades de la obra, después de que el grupo sea capaz de manejarse sin titubeos entre variadas coordenadas estilísticas. Así el disco se abre con el certero latigazo que da nombre al conjunto (“Marks To Prove It”), para a continuación dar paso a piezas orgánicas capaces de remitir a My Morning Jacket (“Kamakura”, “River Song”), hipnóticas al más puro estilo de Wild Beast (“Ribbon Road”) o deudoras de los Radiohead menos electrónicos (“Spit It Out”). Una serie a la que añadir preciosos cortes introspectivos (“Silence”, “Slow Sun”) o esa épica siempre bien tratada por el quinteto (“Something Like Happiness”, “WW1 Portraits”).
El buen gusto, la constante asunción de riesgo y una grandiosidad bien entendida y tornada en elegancia funcionan como elementos comunes, capaces de homogenizan la mencionada disparidad. La entrega no supera concluyentemente a su antecesor e incluso puede que sitúe un peldaño por debajo de aquella, pero de nuevo evidencia que el combo londinense continúa inquieto y capaz de dirigir sus pasos hacia donde sugiera su peculiar creatividad.
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