Growing Up
DiscosThe Linda Lindas

Growing Up

8 / 10
Fran González Aparicio — 08-04-2022
Empresa — Epitaph
Género — punk pop

Si hay un sentimiento que parece ser un común denominador en la adolescencia es la rabia y el inconformismo hacia la autoridad imperante. Da igual en qué época nos encontremos ni qué conflictos pertinentes estén en vigor (aunque estos desgraciadamente suelan tener una vida más cíclica de la que nos gustaría reconocer), pues siempre tendremos la suerte de contar con voces jóvenes y airadas, capaces de ponerle carácter y sentir a lo que otras generaciones piensan pero no se atreven a decir. Con esta premisa que brota desde la más naíf y pura naturalidad que la edad temprana otorga, el cuarteto californiano The Linda Lindas ha firmado por fin su esperado debut, después de haberse convertido inintencionadamente en todo un altavoz para sus coetáneos en cuanto a reivindicaciones raciales se refiere.

La energía que desprende su “Growing Up” (Epitaph, 22) logra reunir todos esos recursos que a cualquiera de la vieja guardia capturarán al instante: ritmos rápidos, mensajes directos, potentes descargas de riffs y esos versos de instantáneo e infeccioso gancho. Más allá de esas piezas que han logrado posicionarlas en una reputada y aclamada ubicación, incluso antes de haber concebido formalmente su primer disco (poco más se puede decir ya de la viral “Racist, Sexist Boy”, convertida en todo un himno), la joven banda de Los Ángeles consigue salir del lance de tener que superar sus propias expectativas con una colección de 10 canciones breves y concisas, que como propiamente reflejan los hábitos de consumo de sus artífices y de su público objetivo, no pierden el tiempo en pormenores y ornamentos innecesarios y buscan decir lo que tienen que decir, alto y claro, directas y al grano.

Así es como nos toparemos con destellos de latente inocencia, expresa y manifiesta a través de piezas sencillas diseñadas directamente para sacudirnos y agitarnos entre asentimientos y brincos (la oda al gato “Nino” es una perfecta muestra de ello). Pero la bisoñez de sus componentes (Mila de la Garza, a la batería, tiene tan solo 11 años, por ejemplo) quedará en un mero detalle del que en seguida nos abstraeremos en cuanto nos sumerjamos en esa tormenta de consignas y sentimientos vivos, que por supuesto no dejarán de pertenecer a ese crudo y áspero imaginario adolescente que ya para muchos pueda resonar lejano, pero que gracias a una elogiable conciencia social consiguen que de alguna manera hasta aquel que dejó atrás su juventud hace tiempo logre remover sus voces interiores y recuerde ese torbellino de emociones hormonales que es tener quince años (como apreciamos en el relato de “Talking To Myself”). Así mismo, la diatriba que trazan Bela Salazar, Eloise Wong y Lucia y Mila de la Garza pretende ir más allá de invocar meramente a esos fantasmas emocionales propios de la adolescencia y buscan también ahondar en otros territorios comunes como el de la inseguridad (“Cuántas Veces”), una nota más a su favor que demuestra que el joven cuarteto no es ajeno a su realidad y de alguna forma busca contribuir desde la influencia y la conexión en su generación.

Tomando como refugio las claves y herramientas de un sonido a priori atípico, Bela, Eloise, Lucía y Mila demuestran que el punk tiene cantera y que la incandescencia de su prometedora estela no será meramente anecdótica. Si hay una palabra que pueda definir a The Linda Lindas es esperanza.

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