Off the Loop
DiscosThe Limboos

Off the Loop

8 / 10
Kepa Arbizu — 23-04-2024
Empresa — Penniman Records
Género — r&b

Si excluimos de las posibles acepciones que se le pueden adjudicar al término “limbo” aquellas regadas de connotaciones místicas o ensimismadas, la resultante nos traslada hasta un juego de origen tropical consistente en, al ritmo de la música, pasar bajo una barra horizontal que paulatinamente disminuye la altura de su ubicación desafiando a los participantes a superarla con la espalda pegada lo más cerca posible del suelo. En definitiva: diversión, desafío y contorsionismo. Conceptos, por otra parte, íntimamente ligados a la trayectoria de esta formación madrileña bautizada con el nombre -debidamente anglosajonizado- de dicho entretenimiento y especialmente reveladores si focalizamos nuestra mirada en su actual y estilísticamente trasgresor trabajo, “Off the Loop”.

Reconocidos gracias a sus álbumes precedentes como una banda que ha sublimado, hasta convertirlo en todo un arte, el contexto sonoro que podemos asociar a un guateque clásico, lo que significa tomar las riendas de un amplio muestrario de ritmos -desde el mambo al rock and rol pasando por el twist o el rhythm and blues- que invocan al baile, su más reciente repertorio parece conminarnos a salir de las cuatro paredes que observan nuestros más o menos torpes pasos y trasladarnos a un entorno de luces de neón y embriagadora nocturnidad. Una conversión, por otro lado intuida y deslizada en pequeñas pero palpables dosis a lo largo de su trayectoria, que ahora se exponencia gracias también a la determinante labor ejercida por el “Betrayer” Martin García Duque -miembro de pleno derecho del ahora quinteto- en la producción, espacio en el que asistimos a un nuevo ejercicio de alquimia de este excepcional multiinstrumentista.

Explícito en su título, a pesar de todas las connotaciones que puede absorber, como demanda a salir del bucle, este álbum no es tanto una ruptura, pese a las obvias alteraciones en el registro del grupo generadas, sino una sustancial aceleración en la velocidad con la conquistar unos nuevos destinos que ya iban barruntando sus canciones. En este caso la banda se encomienda a esa, muchas veces especialmente útil, política de hechos consumados frente a la lógica cautela que suele ir aparejada a la búsqueda de un cambio especialmente drástico. Un salto al vacío que en múltiples ocasiones hemos visto que se lleva a cabo con mayor confianza cuando eres poseedor de talento y un perfecto conocimiento del terreno que vas a subvertir; dos consideraciones sobradamente avaladas por la carrera de The Limboos.

La apertura con “Where The Wild Things Come True” ejerce paradójicamente como maestro de ceremonias, ya desde su propia narrativa, de esa puerta que se abre hacia una percepción menos racional y más pasional mientras al mismo tiempo adopta la forma de una canción que perfectamente podría introducir los títulos de crédito finales de un western crepuscular. Un ingreso en el nuevo espacio donde se ubica ahora la banda pero enunciado con paso sigiloso, dispuesto sólo a revelarnos de momento algunos de los muchos trucos que irán exhibiendo, por ejemplo esa manera de trasladar a Lee Hazlewood hasta un escenario compartido por el rhythm and blues humeante de Nick Waterhouse, figura, la del estadounidense, que será propulsada hasta una constelación muy lejana en “Red Line”, tema decorado a su vez por versos que nos recuerdan el clima nocturno que inunda este álbum y su consiguiente ecosistema de falsas verdades e incertidumbre existencial. Ausencia de luz diurna, y de certezas especialmente dadas a diluirse entre el paso del tiempo, que ratifica una “Dark Is The Night”, igualmente provista de un imaginario fílmico, donde el ensoñador pop barroco de décadas pretéritas se manifiesta con ademanes contemporáneos.

Será la rolliza voz de la baterista Daniela Kennedy la que saque a Ruth Brown y su soul clásico de los discos de pizarra para proveerle en “The Guest” de un heterodoxo e intrigante vestido musical que da como resultado una figura resplandeciente. Diferentes armarios que se abren para buscar una combinación de colores que en “In The Loop” mezcla el blanco y negro tradicional de las raíces afroamericanas con su envalentonada descendencia en forma de hip-hop, adecuadamente espoleada por una sección de cuerdas que permite moldear la épica, para conformar un escaparate que perfectamente podría estar protagonizado por los más atractivos The Black Keys. Agilidad y descaro que propicia la conversión en “Stranded (I’m Movin’ On)” de los Stooges en una banda de Krautrock para apelar a esa insatisfacción que parece perenne cuando es el corazón quien demanda nuevas metas. El final “inacabado”, como no podía ser menos en un trabajo que difumina fronteras sonoras y sensoriales, representado por “Unfinished Ending” es otro quiebro a cualquier lógica acomodaticia, continuamente sepultada por este repertorio, al hacer convivir silencios de armonía vaporosa y arrebatos de electricidad “hendrixiana”.

No hay una ecuación artística más fácil que decidir juntar elementos provenientes de campos genéricos supuestamente inconexos; la muy meritoria pirueta llega cuando esa aparente desconexión entre elementos alcanza visos de representar un fascinante nuevo lenguaje donde conviven, a priori, antagónicos acentos. Una enseñanza, que más allá del sobresaliente resultado musical albergado en las manos de The Limboos, significa también un acercamiento a esa incertidumbre vital que tiende a paralizarnos frente a las más que posibles capacidades para alterar el sentido de nuestras necesidades. El grupo madrileño nos sumerge y deleita con una banda sonora que por igual se escucha y se visualiza dada su facultad para convertir las líneas del pentagrama en imágenes. Quienes se convirtieron con sus anteriores trabajos en expertos en conjugar bajo el presente aquellos ritmos vetustos, ahora localizan su radio de acción en un futuro del que no excluyen su condición desasosegante pero que lo convierten en un paraíso de imaginaria y rica sonoridad.

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