Low han forjado en vida una personalidad única, a partir de punzantes acontecimientos coleccionados a lo largo de veinte años de carrera y un turbulento decálogo discográfico. Así enfrentarse a cada nuevo álbum de la banda de Duluth ha terminado por revelarse como una liturgia mística, casi religiosa, enfocada a medio camino entre el respeto y el miedo ante el inminente descubrimiento de otra obra de consabido calado instantáneo y consecuencias eternas. El trío alarga las premisas presentadas en el inmenso “C’mon” (Sub Pop, 11), alcanzando cotas inéditas de dramatismo tangible con el despliegue emocional propiciado por la presente continuación. Una entrega que incide decisivamente en la herida abierta y nunca cicatrizada motivada por su antecesor, haciendo público el interior, único y desnudo, de una formación inalcanzable en esta existencia.
Alan Sparhawk, Mimi Parker y el bajista Steve Garrington (definitivamente asentado como parte sensible del grupo) comparten pasos emotivos, sin ningún añadido innecesario que enturbie el poder desgarrador de unas canciones de apariencia etérea y alma visceral. Justamente la propia baterista Parker adquiere más protagonismo interpretativo que nunca, relatando con descomunal convicción y alcance un total de cinco de los onces cortes adjuntados, y cediendo la solemnidad del resto del camino a la habitual intensidad de Sparhawk.
“The Invisible Way” es un disco sublime, de delicada y dolorosa asimilación, donde la producción a cargo de Jeff Tweedy y el registro del mismo en los estudios que Wilco poseen en Chicago se perciben como circunstancias meramente anecdóticas. Un álbum impecable en cuanto a composición y ejecución, que cristaliza impactante en el llanto de un oyente conmocionado ante una belleza demasiado inquietante como para pertenecer a este mundo.
Many many qutialy points there.