In The Wild

No necesitamos ni cinco compases de “In The Wild” para comenzar a acompañar a pleno pulmón a Aimee Allen en esas inmediatas y efectivas arengas, diseñadas con corazón y sentimiento a caballo entre el punk más directo y el ska más distendido.

Lo que la vocalista estadounidense, junto a los hermanos Bivona, ha logrado perpetrar para su cuarto disco es una bomba de energía y pasión ante la que es inútil resistirse. Un trabajo divertido y dinámico, cuidado y más multifacético que nunca, que lucha para darle nueva vida y fronteras a un género que todavía tiene mucho que ofrecer.

Hay fórmulas que nunca fallan, tal y como demuestran los coreables himnos que Allen nos confiere tan pronto como abrimos este cajón de instantáneos flechazos sonoros (“Anything Was Better”, “Raised By Wolves”, “In The Mirror”), residiendo en la primera parte del álbum la cara más poderosa del mismo.

Con menos ruido y más melodía que de costumbre, The Interrupters exotizan como nunca su propuesta (“Kiss The Ground”), llevándonos por el infinito y jubiloso desfile de bondades que ofrece el ska, y haciendo con ello su trabajo más accesible para distintos públicos de toda su trayectoria. Pero que no nos engañen sus hechizantes cadencias, pues detrás de estas también se esconden relatos intensos con una apreciable carga confesional donde vemos a su vocalista enunciando un discurso honesto y revelador en el que sus vulnerabilidades (como padecer de tricotilomanía, ansiedad y ataques de pánico), quedan admirablemente expuestas. Sirva “Jailbird” como ejemplo.

Para terminar de aupar el vuelo, The Interrupters cuentan con la nada desdeñable contribución de múltiples personalidades como su máximo valedor Tim Armstrong (Rancid), la legendaria vocalista Rhoda Dakar –colaboradora de The Specials y en su momento uno de los nombres emblemáticos de 2-Tone–, el cuarteto londinense The Skints o parte del colectivo californiano Hepcat. Un disco sin apenas peros y capaz de devolverle al ska algo de la gloria popular perdida.