La ópera prima del que fuera la mitad de Orbital se ha editado casi a la par que el memorable directo que ofreció el dúo en Glastonbury como finiquito a su carrera. Al escuchar las nuevas canciones de Hartnoll tras repasar los hits de Orbital es inevitable establecer puentes.
La épica y los juegos introspectivos siguen presentes (siempre han sido marchamo del apellido Hartnoll) en “The Ideal Condition”, y la electrónica pasa a un segundo plano (los beats) y el timón lo agarran las instrumentaciones orgánicas (vientos, cuerdas y, en cuatro cortes del disco, una coral de treinta y dos voces) que proporcionan el drama, la belleza y la humanidad real que se intuía sólo a veces en las piezas de Orbital. El arranque, “Haven´t We Met Before”, es epidérmico. Mantiene el pulso “For Silence”, vocalizado por Lyanne Hall y engrandece la escucha “Simple Sounds”, precioso instrumental que aúna el toque progresivo made in Hartnoll embellecido a base de flauta y clarinete. Con “Please” se abre un paréntesis: es el tema más pop del álbum, pero con “The Unsteady Waltz” vuelve el influjo fantástico y cinematográfico que impera en el disco. Hartnoll ha hecho un gran trabajo, hermoso y que se escucha sin que sobrevenga el aburrimiento. También ha conseguido aunar con acierto los sonidos clásicos y orquestales con los justos matices electrónicos, como si John Williams jugueteara con el ProTools. Atención a “Dust Motes”, el capítulo (lacrimógeno) que cierra el disco y que Hartnoll dedica a su madre. Gran inicio del ex Orbital. A ver si Phil también se anima.
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