No te pueden caer mal The Horrors. Me niego. Siempre han sido unos desubicados. Unos parias con encanto. Unos outsiders con morro. Parecían querer vendernos la moto cuando aquel accidentado bolo de la Moby Dick en 2009, como si fueran el enésimo hype, pero desde entonces le han dado a casi todos los palos (y casi siempre bien), ya fuera al siniestrismo post punk, al paisajismo synth pop al modo de los primeros Simple Minds o al rock con poso industrial. Nunca han hecho un disco igual al anterior, y se agradece. Han mostrado ánimo investigador, aunque tampoco creo que sean unos eruditos. Y tampoco han tenido prisa. Ni siquiera los dos EPs previos, "Lout" (2021) y "Against The Blade" (2021), daban la medida real de lo que serían estas nueve canciones.
Este sexto álbum, justo a los veinte años de su formación, y con la determinante presencia de Yves Rothman (cuánto hay aquí del espíritu mutante de Yves Tumor), confirma que van a su bola y casi siempre un poco a contra corriente. Seis semanas en un estudio de Los Ángeles dieron pie a estas nueve viñetas de alienación urbana, desde la amenazante aureola a los Depeche Mode que emana de “Ariel” o “The Feeling Is Gone” hasta la eclosión pop de “LA Runaway”, el tema de cierre: lo dicho, son tan entrañablemente cachondos que vuelven a dejarse su composición de mayor potencial comercial para el final, como ya hicieron con “Something To Remember Me By” en "V" (2017). Al carajo lo obvio. Saltan chispas de glam rock recauchutado (acercándose al heavy metal) en “Trial By Fire”, sombras del Bowie de los setenta en “Lotus Eater” y atmósferas nuevamente ensoñadoras en “More Than Life”, y al final te puedes creer (o no) su imantado pozo de oscuridad con la misma fe con la que te enganchas a una peli de Tim Burton. A mí me vale.
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