Seguramente, si les preguntas a los miembros de AC-DC si el rock que hacen ahora es más adulto que el que tocaban cuando empezaron, los míticos australianos te mirarán con cierto aire de contrariedad (y confusión). El rock n´roll nació hace décadas como un ejercicio de rebeldía juvenil y como tal se mantiene. Así que, cuando esa cuestión se la plantean al líder y cantante de The Hives, el muchacho se parte de la risa.
El rock es diversión, da igual si tienes veinte o cincuenta años. Y ese es el mensaje que lanzan los suecos con su nuevo disco. Nada nuevo, pues esto siempre fue así. No obstante, de vez en cuando conviene recordarlo.
The Hives han tardado la friolera de once años en grabar un nuevo disco -el último fue “Lex Hives” (12) - y, a pesar de ello, no han perdido sus principales credenciales. Esa energía desbordante y el fino sentido del humor. Sobre esas bases se sustenta su sonido y su discurso.
En “The Death Of Randy Fitzsimmons” no hay sorpresas. ¿Quién las quiere a estas alturas? Aquí está todo lo que cabe esperar de ellos, riffs entrecortados como los que hay en “Smoke & Mirrors”, las palmas características de “Crash Into Weekend” que acaban en un caos a lo Stooges, el guiño cinematográfico en “Stick Up”, dos singles de aúpa como son “Bogus Operandi” y “Countdown to Shutdown”, el chute punk de poco más de un minuto en “Trapdoor Solution” y ese tema con estribillo repetitivo en “The Bomb” que recuerda un montón al célebre “Tick Tick Boom” que arrasa en sus conciertos.
En definitivsa, con “The Death Of Randy Fitzsimmons” la maquinaría de The Hives tiene todavía mucha dinamita. Que les dure y no tarden tanto en volver a mostrarla.
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