Dentro de la nueva generación del folk norteamericano, Greg Weeks (también en Espers) se había destacado por su quietud, acercándose a los clásicos a la vez que introduciendo elementos de psicodelia. Sin embargo, en su cuarto álbum, “The Hive”, esta ecuación que otras veces le dio resultados interesantes, apenas funciona al cincuenta por ciento, y de la lentitud y la calma pasa con demasiada facilidad a un exasperante caminar hacia ninguna parte.
Lo que podía ser bálsamo se convierte en irritante, como ocurre en los ocho minutos de “The Hive”, el tema. En cambio, su sonido acústico encuentra mejor acomodo en los cortes más amables (“Funhouse”, “Not Meant For Light” y “The Wait”) y también en el folk-rock desazonador y casi fantasmal con que abre el disco (“You Won’t Be The Same Ever Again”). Sin embargo, no profundiza en ninguna de estas dos vías, adentrándose en un terreno más árido del que no sale tan bien parado como sus mejores momentos podrían hacer pensar. Mención aparte merece la versión de “Borderline”, canción que Madonna publicó a mediados de los ochenta y que aquí aparece irreconocible, cobrando una nueva vida, solitaria y pausada, muy lejos del sonido disco original.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.