Willy Vlautin sigue combinando su pasión por la música con esa nueva faceta que añadido a su paleta, la de escritor. Y si la música aparece como trasfondo en sus novelas rodadas sobre carreteras americanas, moteles baratos y personajes bohemios y extravagantes, en sus discos también se nota, y mucho, la influencia de su otra afición. De todos modos, eso es algo que ya se percibía desde hacía un tiempo en sus obras, pero que ahora está todavía más presente en el concepto global de “The High Country”. Sería un error calificarlo de obra conceptual al uso, ya que esa no es la idea, pero el guión está claro, y las intenciones también. En cuanto a la sonoridad, no hay cambios evidentes. El álbum está dividido en diecisiete cortes, y muchos de ellos son interludios de poco más de un minuto, y que sirven como introducción al siguiente o como pausa para coger aire y respirar un poco. Willy Vlautin utiliza a menudo el modo spoken word para interpretar las canciones, y eso le da aún más misterio a su música, como si recitara al mismo tiempo alguna de sus novelas. Bajo la producción de John Askew, ha vuelto a demostrar que continúa siendo un músico diferente y con personalidad propia dentro del panorama americana.
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