A Greg Ashley, este mundo no debe gustarle demasiado. No cuando lo abandona para adentrarse en el sótano de Oscar, que no es precisamente Abbey Road, ni desde luego nada que exista en ningún plano de este universo, al menos mientras en él se graban las canciones de The Gris Gris
¿Sabes qué es lo que pasa? Que The Gris Gris se parecen a Spacemen 3, pero sólo un rato. Que se parecen a los Walkingseeds, pero sólo un rato. Y que se parecen a Loop, pero, sí, lo has adivinado, sólo un rato. Porque el resto de los ratos tienen que ver con el folk, con el rhythm´n´blues, con el country naïf, con la psicodelia primitiva o con los “Back From The Grave” de Crypt. Y eso, claro, es todo un viaje para un tipo pálido y desenfocado como Ashley, freaky (no, Greg, no puedes rebatir esto) y obsesionado por lo que puede llegar a tragar el ocho pistas del sótano de Oscar. Así que puedes llegar a pensar que “The Gris Gris” no descubre nada o que, mira, los experimentos mejor en casa y con gaseosa, pero no se te ocurra decir que Ashley es “un tipo normal” o que su disco es “vulgar”, porque no lo es. Ni es terrenal, ni tiene argumento. Ni maldita la falta que le hace.
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