Aunque entronizamos, y con razón, a “Post To Wire”, aquello, visto lo visto y oído lo oído, es casi un poco de broma al lado de su nuevo disco. Aquel fue un disco robusto y atractivo, pero que picoteaba en exceso, que pecaba de cierta indefinición y que no seguía una línea argumental coherente, pero aún así era una obra de altos vuelos.
Sólo que con “The Fitzgerald” nos hemos quedado sin habla. Willy Vlautin se ha desenmascarado y ha emergido como lo que es, un genio a pequeña escala. ”The Fitzgerald” es como un viaje, un recorrido que huye de autopistas y autovías que prefiere las carreteras secundarias y los caminos alternativos para poder meditar y restablecer la marcha al día siguiente. Todas las canciones de este disco funcionan como los capítulos de un libro, que pueden andar por separado, pero que necesitan de un hilo conductor que las relacione. Relatos sombríos, recovecos misteriosos y algunas luces que nos alumbran, la América profunda que desconocemos, la que nunca conoceremos porque no somos lo bastante valientes como para profundizar en la realidad de lo cotidiano. El alt country persiste en la búsqueda de nuevos horizontes y Richmond Fontaine son el ejemplo a seguir. Excelente.
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