A dos años de su treinta aniversario y tras desprenderse de su largo contrato con Geffen Records, habríamos aceptado que se tomaran el tiempo por delante como un plácido paseo hacia la jubilación. Sería natural, algo comprensible teniendo en cuenta que, en más de veinticinco años, Sonic Youth no han hecho un disco malo (al menos no ninguno realmente decepcionante). Pero arranca “Sacred Trickster” y una Kim Gordon intensa y fría te anuncia que esto es otra cosa. No se trata tanto de recuperar la energía, algo que parecen no haber perdido realmente nunca como que en “The Eternal”, su debut para Matador, toda esa corriente fluye de forma majestuosa. Con John Agnello de nuevo a los mandos y con el ex Pavement Mark Ibold de adlátere, Sonic Youth han firmado su trabajo más inspirado desde el incomprendido “NYC Ghosts & Flowers” rebuscando en su propio legado y reformulando sus propios fundamentos. No disimulan la nostalgia, de hecho la exponen con esa foto interior de Johnny Thunders y dedicándole el disco a Ron Asheton. No hay mucho aquí que no hayamos escuchado antes en un disco de Sonic Youth y sin embargo suenan rejuvenecidos, empujados por un nuevo ímpetu, algo evidente en cortes como “Poison Arrow”, “What We Know” o la arrebatadora y sugerente “Antenna”. Vuelve el Thurston Moore más melódico, mientras su esposa te eriza los pelos de la nuca con esa voz que es grito y suspiro a la vez y Lee Ranaldo canta algunos de sus mejores temas. Sí, resulta extraño decirlo, pero “The Eternal” no sólo supone una suerte de renacimiento anunciado, el retorno en plena forma de una de las bandas más importantes de las últimas tres décadas: Sonic Youth han hecho uno de los álbum de rock del año.
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