Resulta un placer ver como los grupos que ha alumbrado la escena indie durante la última década, siguen progresando y creciendo ante nuestros ojos. Músicos que han mejorado su pericia instrumental, sin perder en ello parte de la espontaneidad que los hizo crecer, gracias a certeras tonadas como la coreada hasta la saciedad “On My Mind”. Una canción que les puso en boca de todos, al igual que años atrás le había sucedido a Australian Blonde y su “Chup Chup”. Ahora, sin embargo, no se trata de destacar un tema por encima de otros.
En todos la clavan en el que es su álbum más completo hasta la fecha. Y lo hacen gracias a comprender que, a veces, sumar es restar y a la inversa. O lo que es lo mismo, que una canción puede sonar bien con lo mínimo y que los arreglos deben estar ahí en su justa medida. Y para ello no hace falta irse al extranjero a grabar. A veces es mucho mejor rodearte de los tuyos (produce José M. Rosillo quién los conoce a la perfección tras haber sonorizado sus directos a lo largo de su segundo lustro de historia) y buscar la emoción en lo más sencillo. No querer deslumbrar por saturación sino por un sonido que puede estar basado a partir de una chispeante linea de bajo (“Guerrilla”), de un juguetón ukelele “(Hola) To See The Animals” o cimentarse a partir de una preciosa tonada que va creciendo de la misma forma que lo harían sus amados Wilco (“So What”). Todo ello condimentado con la peculiar y definitoria voz de Jero Romero que canta como nunca. Lo dicho, un placer escucharles de nuevo.
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