Planteamiento: Arrancó su carrera como compositor y protagonista de los Walker Brothers -que ni eran hermanos ni se apellidaban Walker- y los dejó en la estacada cuando se convirtieron en grupo de éxito para componer cuatro álbumes homónimos, imprescindibles en cualquier discoteca que se precie. Tras una serie de discos menores cayó en el olvido, y se retiró para reaparecer tímidamente en 1984 con “Climate Of Hunter”, que dio paso a otra década de silencio rota con “Tilt”, donde se presentaba un hombre diferente: siniestro, reptante, cercano a la esquizofrenia. Desde entonces sólo volvió a la vida para firmar la banda sonora de “Pola X”.
Nudo: El fichaje de Scott Walker por el emblemático sello británico 4AD, la casa de Dead Can Dance o This Mortal Coil -también de Pixies- desató la euforia: algo grande debía surgir de semejante unión de fuerzas. Luego, con los constantes retrasos, llegaron los rumores: “el genio ha perdido la voz y no parece capaz de terminar el álbum”, “Walker sufre el síndrome Brian Wilson, y está haciendo de este disco su ‘Smile’ particular”. Finalmente, la continuación de “Tilt” ha demostrado el porqué de tanta demora: “The Drift” es un viaje extenuante a la tenebrosa psique de su autor, un disco inabarcable y devorador que exige una escucha detenida y constante para apreciar los múltiples y cambiantes ángulos de estas ¿canciones? Walker, todavía solo frente a la sinrazón del mundo, exorciza sus demonios y los hace físicos en diez piezas de narración cinemática, interpretación avantgarde -siempre apoyado en una orquesta- y temática sociológica: si “Tilt” fue un trabajo conceptual a propósito de la guerra, por “The Drift” desfilan sus criminales, Mussolini, Milosevic o los acontecimientos del 11-S.
Desenlace: A estas alturas ya deberías imaginarlo: han pasado casi cuarenta años desde “Scott 4” y no vas a encontrar mucho de aquello por aquí. En cambio, en mis manos tengo un disco “out of limits” que, incluso antes de que fuera publicado, era ya el acontecimiento del año para los melómanos inquietos. Por eso, y aunque éste es uno de esos discos que parece exigir un frase taxativa para finalizar, sólo te diré que el exigente “The Drift” merece bastante más que una impaciente oportunidad.
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