Vaya retorno. No hay muchos que destilen tan brillante solvencia. Me viene a la cabeza, así a bote pronto, lo de Echo & The Bunnymen a finales de los noventa. Aquella segunda juventud que empezó a propulsión y derivó en rutina. También la de Dinosaur Jr, por qué no, algo más consistente a largo plazo. Pero lo de The Dream Syndicate va camino de superar cualquier reentré a base de discos inspiradísimos, que van acumulando ya casi los mismos argumentos (en número y en calidad) que los que nos legó su fase de esplendor en aquellos lejanos ochenta. Aún importan. No son un pergamino. Son un ente vivo y atento a lo que ocurre en el mundo. En lo social y en lo musical, aunque no puedas esperar de ellos que entreguen un disco de trap o r’n’b ni que le peguen al auto tune. Obviamente.
La engrasadísima formación que integran Steve Wynn, Jason Victor, Mark Walton, Chris Cacavas y Denis Duck no ha reeditado el glorioso trip psicodélico remojado en free jazz que nos regaló en "The Universe Inside" (ANTI, 2020), que parecía directamente ideado para corresponder la sensación de mareante irrealidad del confinamiento. Esto es otra cosa, más instantáneamente reconocible. Pero eso no significa que hayan perdido el hambre.
La hipnótica “Beyond Control” suena como si viajara sobre raíles kraut con el acompañamiento de las marimbas de Tortoise (a Wynn le dio por escuchar a Brian Eno y a Neu!), “Every Time You Come Around” es de lo más expansivo y épico que han facturado nunca, con esas guitarras lunares que recuerdan a la de Robert Fripp en el “Heroes” de Bowie, “Trying To Get Over” y la espléndida “Lesson Number One” remiten a la aridez rock en modo rompe y rasga de sus tiempos como emblema del Paisley Underground (la segunda, con todo el empaque extra adquirido en los últimos tiempos, esa adherente capa de psicodelia oleaginosa), “My Lazy Mind” emerge como divagación nocturna, casi lunática, con el saxo de Marcus Tenney (The Long Ryders) marcando la pauta, y “Straight Lines” es ágil como un directo al mentón.
Es un disco de canciones, y no de concepto, como era su predecesor, en el que cada fan topará con su registro favorito de The Dream Syndicate. ¿Se les puede pedir más?
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