Sloan están de vuelta. Y eso es una buena noticia. Porque ellos, dentro de ese enjambre de bandas de power-pop vitamínico, son unos aventajados. Siempre han ido un paso por delante, y durante sus veinte años de trayectoria, sus discos nunca nos han decepcionado. Con las melodías de The Beatles en primer plano, la electricidad moderada de Teenage Fanclub, el descaro de The New Pornographers, la genialidad y habilidad de The Raspberries, el poso de la psicodelia y ese sonidos a veces tan lo-fi, los canadienses Sloan son unos maestros escribiendo canciones, articulando preciosas armonías, creando la canción de tres minutos perfecta y sin fisuras. Y eso ya no es casualidad, porque ya llevan unos cuantos discos de nivel grabados. Sin ir más lejos, su penúltima última doble galleta, el majestuoso “Never Hear The End Of It” y su treintena de canciones para enmarcar, o el siguiente y también esplendido “Parallel Play”. Ahora vuelven a dar en el clavo, con un disco que sigue la misma senda de siempre, en el que nos dan justo lo que les pedimos y lo que necesitamos, una obra que vuelve a ser una necesaria válvula de escape.
ya unos fucking classics de eso llamado POWERPOP, así con mayusculas, que hay mucho ignorante suelto que confunde estilos, grupos y hasta sexos.
Lo que no sé es por qué no tienen más reconocimiento por parte del público y crítica. Ah, que es porque son buenos, me apuntan por detrás. En fin...