Los que tenemos cierta edad evocamos con nostalgia el año 1997, entre otras cosas, porque recordamos con cariño “The Fat of the Land”. El tercer disco de los de Essex consiguió llevar literalmente a las masas su explosivo cóctel de electrónica terrorista, trepidantes bases hip-hop jungle y rock sudoroso y mugriento -o punk, como quieran-, con cifras de venta hoy inimaginables. Desde entonces los británicos han mantenido el tipo con sus directos incendiarios, pero sin repetir el mismo impacto con sus sucesivos lanzamientos.
“The Day Is My Enemy” es el nada disimulado intento de recuperar la gloria parcialmente perdida con munición de gran calibre. ¿Lo consiguen? Dejando a un lado que en estos 18 años el mundo (especialmente, el discográfico), ha cambiado por completo y que su impacto ya no puede ser el del mundo pre-digital, Liam Howlett, Maxim y Keith Flint, como nos recuerdan en las palabras finales de los créditos, siguen “viviendo por los “beats”, y este disco va sobrado de ellos. El frenético macarreo paranoico marca de la casa se subraya desde el mismo título o la (estupenda) portada. Y el asilvestrado single de adelanto, “Wild Frontier”, apoyado por vídeo estupendo de animación artesanal, marca el tono de un álbum que se alinea con lo mejor de su visceral producción.
Como no tienen un pelo de tontos, enrolan a los macarras de moda Sleaford Mods, para “Ibiza”, mito del hooliganismo musical más irreductible, convertido aquí en himno disonante de la clase trabajadora británica. Pero los scallies de Nottingham son sólo la guinda del espídico, atronador (y generoso: 14 cortes, 56 minutos) pastel sonoro que nos proponen: Del avasallador tema que da título al disco -¡con sampler de Cole Porter!-, a las cuerdas distorsionadas de “Nasty”, los ritmos implacables de las demoledoras “Roadblox” o “Rok-Weiler” el espíritu rockero de “Rhythm Bomb”, con el DJ Flux Pavilion... Incluso el respiro de los teclados futuristas de “Beyond The Deathray” o las guitarras de la crepuscular “Invisible Sun”, encajan. Sucio, peligroso, desafiante…The Prodigy no sólo no se rinden, sino que devuelven el golpe con sus armas. Sin dar respiro.
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