El caso de Sophie Hunger no es nuevo, éste es el cuarto disco de su carrera, y lo que ella hace lo llevaron a cabo antes otras mujeres con un discurso parecido al suyo, aunque no siempre con tanto acierto. Ella mezcla y combina tantos estilos como le son posibles, rock, jazz clásico, electrónica sutil, pop de cámara, folk americano, cabaret, canciones cantadas en su mayoría inglés, algunas en alemán e incluso una adaptación en francés de “Ne Me Quite Pass”. Y con una gran habilidad por su parte para que no contamine lo uno a lo otro, para que haya un equilibrio que sea perfecto, para no acabar mareados con tanto pastiche. Tenemos la experimentación que es constante en los trabajos de Björk, también los arreones punk de PJ Harvey, la locura existencial de Amanda Palmer, esa obsesión que hay ahora en general por tratar el legado de Kate Bush.
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