Mark Oliver Everett ha virado tantas veces de rumbo a lo largo de su extensa trayectoria artística que, ante cada nueva entrega, surge la incertidumbre previa a descubrir cuál de los caminos habrá elegido para la ocasión. Tras el visceral y eléctrico “Wonderful, Glorius” (E Works, 12), Mr. E regresa a la senda del minimalismo y la elegancia trabajada a conciencia, para exteriorizar y compartir sentimientos en base a una nueva tanda de canciones emocionantes y sentidas.
Composiciones que parten de la desnudez acomodada acogedoramente en piano o guitarra, mientras la meditada y contenida instrumentación de corte clásico surge desde un segundo plano para acompañar a la ardorosa voz del músico hacia el destino final.
No por conocida, la vertiente más sensible y desoladora del músico ha perdido su capacidad para impactar, con una aguerrida personalidad a prueba de bombas.
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