Fire Doesn't Grow On Trees

A día de hoy, The Brian Jonestown Massacre lucen como tótem sagrado dentro de la escena neo-psicodélica, tras haberse mantenido ininterrumpidamente activos (¡y cómo!) desde comienzos de los noventa. Una extensa secuencia que, a su vez, ha dejado a su paso un sinfín de referencias, colección a la que ahora cabe sumar ‘Fire Doesn't Grow On Trees’, la flamante nueva entrega del combo liderado por el simpar Anton Newcombe. La continuación del homónimo ‘The Brian Jonestown Massacre’ (A Recordings, 19), que según algunas cuentas podría significar al vigésimo en el casillero de los californianos, se impone además como uno de los mejores de su catálogo.

O, cuando menos, se trata de un elepé tremendamente sólido en el que cada una de sus diez piezas suma en positivo hasta propiciar las excelentes sensaciones finales. Los norteamericanos amplían la paleta de colores e incluyen trazos de shoegaze, indie-rock y post-punk, e incluso se acercan disimuladamente al pop, en una serie de composiciones que no escatima en singles potenciales. Esa marcha marcial en forma de single que es “The Real” sirve para abrir fuego y llamar poderosamente la atención, antes de dar paso al inefable ramalazo rock a lo Black Rebel Motorcycle Club de “Ineffable Mindfuck” y “It's About Being Free Really”, en lo que no es sino una diana marca de la casa. También destacan la vacilona “Silenced”, “#1 LUCKY KITTY”, la luminosa “Wait A Minute (2:30 To Be Exact)” o una “Before And Afterland” que apunta directamente a otros clásicos como The Jesus & Mary Chain.

The Brian Jonestown Massacre han influido a multitud de formaciones posteriores, enfrascadas todas ellas en seguir la estela (y actualizar el sonido) de The 13th Floor Elevators, Spacemen 3, The Seeds, Love o The Stooges, pero lo cierto es que pocas pueden presumir de la solera, autenticidad y misticismo que aún destila el grupo de San Francisco. Un estatus privilegiado que Newcombe y compañía confirman a conciencia con ‘Fire Doesn't Grow On Trees’, trabajo tan accesible (por supuesto dentro de sus coordenadas) como trabajado a conciencia, todo a través de aquellos diferentes géneros que aquí tienen a bien enriquecer la clásica esencia psicodélica del grupo.