Vuelve el dúo sueco que, a mediados de los noventa, nos presentaba aquel pop delicado, dulce y contenido que logró cierto respeto en el panorama musical. Era la época del surgir de ese sonido especialmente íntimo que marcó la escena sueca durante una larga temporada. Sin embargo, el tiempo ha pasado y poco nuevo podemos decir respecto a la discografía de Club 8. Vuelven tras casi cinco años de silencio con un nuevo trabajo de melodías cómodas, ingenuas e incluso en algunos tramos efectivas.Sin embargo pocos esperaban ya la vuelta de la banda, síntoma quizás de que flotaba en el ambiente la sensación de que poco podían aportar ya a su propio discurso naïf. “The Boy Who Couldn’t Stop Dreaming” es , a pesar de todo, un recorrido tremendamente cariñoso por lugares comunes del pop sencillo, tan entrañable como una canción cantada en un día de cámping. Si no te supone un problema volver al mismo lugar en el que has estado en infinidad de ocasiones antes, Club 8 te ayudarán a pasarlo bien. Manta en invierno, polo en verano.
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