Todavía recuerdo la primera vez que escuché "Virile". De hecho, fue viendo su magnífico clip, una pequeña pieza maestra que describe con suma precisión los pequeños momentos que nos brinda la amistad, y lo consigue en lo que dura una de las mejores canciones de house pop surgidas de Francia en los últimos años. Hay quien dice que los temas de The Blaze se quedan en poco una vez se les despoja de los clips que los suelen acompañar, y quizás haya algo de razón, pero diría que ese tipo de comentarios reflejan más una escucha perezosa que argumentos sólidos.
En general, The Blaze es una aventura que hace hincapie en las pequeñas cosas. Los franceses Guillaume Alric y su primo Jonathan Alric parecen componer mirando hacia dentro, creando preciosas joyas de electrónica con espíritu de pop minimalista. Les caracteriza la elegancia con la que discurren sus piezas y la exquisitez con la que van sumando elementos para levantarlas.
En "Dancehall" no hay excesos, no hay efectismos, no hay maximalismo, sino una suerte de pop trancero de voces suaves al que podríamos llamar emo dance. Tampoco hay demasiadas novedades con respecto a lo que nos habían presentado hasta el momento, pero diría que todavía es pronto para pedirles que exploren otros caminos cuando apenas han empezado a delimitar las claves de su personalidad.
Habrá que darles tiempo, pero de momento "Dancehall" cumple las expectativas de quienes esperábamos que publicasen más material tras el precioso "Territory" (17). Y si lo consigue es gracias a canciones como "She", "Places" o dos de mis favoritas, "Queens", con sus magnéticas percusiones, y "Faces", una de las composiciones con más luz de todo el disco.
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