Desde luego muchas cosas han cambiado desde el año 1990 en el que los hermanos Robinson grabaron su primer disco, "Shake Your Money Maker", aunque unas pocas no. Tanto en 1990 como en 2024, hacía solo un año que The Rolling Stones, la gran fuente de inspiración de The Black Crowes, habían sacado un disco, en las dos ocasiones fue recibido como el último, también tanto en 1990 como en 2024 la música de The Black Crowes está fuera de cualquier moda, movimiento o corriente actual. Si en los noventa su rock clásico estaba totalmente fuera de onda con la explosión del grunge y el rock alternativo, en 2024 su rock clásico está en un universo paralelo a esos fragmentos de canciones de quince y treinta segundos que pueden o no acelerarse para conseguir captar la atención y reproducirse en un vídeo Tik-Tok.
Así que los hermanos Chris y Rich Robinson siguen viviendo apartados de cualquier corriente fuera de lo que se les da mejor, esto es, reproducir de la mejor manera esos comienzos de los setenta, donde el rock sucio y afilado de los Stones se codeaba con el rock sureño, el country rock y el comienzo del hard rock de Led Zeppelin. No ha habido ni una banda surgida después de 1974 que haya sonado mejor, ni tenido mejores canciones que los Black Crowes dentro de esos parámetros. Si te gusta este estilo, te gustan The Black Crowes, si no, no te va a empezar a gustar en 2024 con "Happiness Bastards", el noveno disco de la banda, mejor empieza por "The Southern Harmony And Musical Companion".
De todas formas "Happiness Bastards" es un disco especial porque es el primero después de la última desbandada y de varios años en los que los hermanos ni se han dirigido la palabra. Tras reunirse para celebrar los treinta años de "Shake Your Money Maker" firmaron la pipa de la paz, admitieron que son incompatibles como personas pero mucho mejores como músicos cuando los riffs de Rich los canta Chris, surgiendo entre ellos una química que no tienen cada uno por su cuenta. Eso sí, esta vez, han vuelto ellos solo, ni siquiera ha habido sitio para el fiel batería Steve Gorman, los hermanos Robinson han enterrado el hacha de guerra pero los Cuervos Negros ya son solo ellos dos.
Con más de cincuenta años encima, y varios hijos por el medio, esta vuelta podría haber ido hacia su lado más rural y acústico pero han decidido que no. Que The Black Crowes son una banda de rock & roll, y una de las grandes, y han tirado por enchufar los amplis al 11 y entregar un disco que mira hacia su obra fundamental, los tres primeros discos de la banda, esos que parecían los herederos espirituales de "Sticky Fingers" y "Exile On Main Street", si en vez de ser grabados por unos ingleses en el exilio, lo hubieran hecho unos sureños estadounidenses en Muscle Shoals acompañados por unas potentes coristas.
El caso es que "Bedside Manners" abre el disco sin coger prisioneros, riffs de slide, ritmo alto, pianos y un Chris que demuestra que conserva su portentosa garganta intacta. En el estribillo órgano y coristas a todo meter, puro Crowes. En "Rats And Clowns", siguen pisando el acelerador, lanzándose a la yugular con un estribillo explosivo y un buen solo de Rich. La primera acústica suena en "Cross Your Fingers", pero las aguas calmadas duran poco hasta que vuelven a aparecer los riffs de Rich y Chris vuelve a pavonearse como un pavo real mostrando su cola.
"Wanting And Waiting" es un gran tema, no se le puede negar, lo que pasa es que suena tanto a los Cuervos Negros que puede que hayan vuelto a componer "Jealous Again". El disco hasta aquí es de notable alto, siendo su único problema el mismo que el del "Hackney Diamonds" de los Stones, el álbum muerde y les ve recuperar la forma pero se echa de menos un poquito menos de brillo en la producción (aquí a cargo de Jay Joyce), y más suciedad decadente como si estuviera grabado en el sótano de, pongamos, el château de Villa Nellcôte.
Se toman el primer descanso con "Wilted Rose" que les ve meterse en terrenos country blues que les van perfectos, siendo una colaboración con la cantante Lainey Wilson, que también ha trabajado con Joyce. "Dirty Cold Sun", es otro trallazo a tener en cuenta, entre coros de chicas tipo rock sureño y uno de sus riffs más potentes, mientras que en "Bleed It Dry" vuelve al blues rock desaliñado de los Stones clásicos, solo de armónica incluido, demostrando que los Robinson son los portadores de la antorcha de una raza en extinción.
"Flesh Wound" es bastante más original, y ve a los Crowes cercanos al power pop, si en este género se utilizasen guitarras rock con slide, aunque en "Follow The Moon" se vuelven a mirar en su espejo más evidente, los Stones del periodo clásico. El final llega con "Kindred Friend", la única balada del disco, pero una que no se mira en "She Talks To Angels" sino que tiene un punto pop, como si fuera obra del Elton John de primeros de los setenta.
Por primera vez en todo el disco Chris deja los lugares comunes para hablar de algo que realmente le importa: "Amigo, ¿dónde has estado?/ Supongo que ha pasado tiempo/ En las buenas y en las malas/ Y muchas veces más/ Siempre me haces sonreír". Y puede que esté hablando de un viejo amigo, de una amante o incluso de su audiencia, pero lo que todos leemos entre líneas es que mientras canta está mirando con el rabillo del ojo a Rich, dejando claro que más allá de su vínculo familiar, su vínculo musical sigue funcionando a la perfección, aunque sea, como siempre, fuera del tiempo en el que viven. Este "Happiness Bastards" se queda un poco por debajo de aquella trilogía original pero puede mirar a los ojos, o por encima de ellos, al resto de su discografía.
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