El grupo canadiense de Jace Lasek y Olga Goreas alude por primera vez en una portada a su nombre, que remite a su querido retiro espiritual en la remota región de Saskatchewan, en el que buscan inspiración. Claro que la marciana y misteriosa ilustración con que envuelven su nuevo trabajo está alejada de tópicos bucólicos. Lo cual tiene su gracia.
Verdadera enciclopedia musical ambulante, The Bersnard Lakes llevan lejos su eclecticismo en el que es su quinto álbum en un conciso tour de force de pop psicodélico en el que ritmos vigorosos dignos de Led Zeppelin y las voces a lo Fleetwood Mac (¡o incluso Queen, como en “The Plain Moon”!) se funden con ecos del indie lisérgico de los noventa (Super Furry Animals, The Beta Band...) o el showgaze de unos Ride o Slowdive pasados por la túrmix de algo parecido al post-rock. Y el cuarteto consigue que su cóctel progresivo no sólo no empalague, sino que deje con ganas de más.
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