Si RATM no tardaran tanto en contentar a sus seguidores, no tendrían que enfrentarse al argumento más manido por parte de la crítica, que es de vapulearles por su repetición de esquemas. Si en estos ocho años de vida de la banda tuviéramos en nuestras manos su quinto álbum (sin ser tampoco muy exigentes) y no su tercer disco, probablemente ya nos habríamos acostumbrado a no esperar en cada nueva entrega algo tan absolutamente demoledor como su álbum de debut. (A ver si empezamos a asumir que hay obras que se dan en el momento justo, en el lugar adecuado y que resultan irrepetibles). Su estilo se habría aceptado con la misma naturalidad con la que aceptas que unos Bad Religion o unos NoFx se dediquen a autocopiarse disco tras disco sin tener la obligación mediática o la inquietud artística de demostrar nada. RATM no. Su poca actividad discográfica genera siempre unas expectativas difíciles de contentar y, lamentablemente, debo confesar que si no lo hicieron con su segundo álbum, «Evil Empire» tampoco lo logran con este «The Battle Of Los Angeles». Y ahora, amigos míos, es el momento de entrar en las aclaraciones. El tercer disco de RATM sigue siendo absolutamente fiel a lo que son y significan RATM. El estilo, habilidad y fuerte personalidad de sus dos grandes artífices se despliega a lo largo de las doce canciones del compacto con el mismo grado de dureza, contenido deliberadamente incisivo y efectividad con el que han sabido hacerlo a lo largo de su carrera, pero que nadie busque himnos generacionales porque eso es ya agua pasada.
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