That’s The Price Of Loving Me
DiscosDean Wareham

That’s The Price Of Loving Me

7 / 10
Raúl Julián — 03-04-2025
Empresa — Carpark Records
Género — Indie pop

Es ese inconfundible libro de estilo de Dean Wareham. No importa en qué tipo de aventura esté enfrascado el bueno (e inquieto) de Dean, porque esa elegancia innata y aquel trazo que el músico maneja en propiedad desde los tiempos de Galaxie 500 siempre supura y sale a luz en forma de cuidadas canciones. El también líder de Luna regresa a escena –tras publicar a finales del año pasado “A Peace Of Us” (Carpark, 24), un disco de temática navideña perpetrado junto a su mujer Britta Philipis y Sonic Boom– con su nuevo disco en solitario, continuación a su vez del notable “I Have Nothing To Say To The Mayor Of L.A.” (Double Feature, 21).

“That’s The Price Of Loving Me” incluye un total de diez cortes, distribuidos entre ocho composiciones nuevas y sendas versiones (ese otro arte que el autor viene dominando a la perfección a lo largo de toda su carrera) de Nico y Mayo Thompson. Una obra para la que Wareham ha vuelto a contar tras los mandos –más de tres décadas después– con Kramer, productor en su momento de los seminales discos de Galaxie 500 y, en parte, artífice del propio sonido del combo. Unas texturas ensoñadoras, las del trío otrora completado por Damon Krukowski y Naomi Yang, que pueden llegar a intuirse en algunos momentos de la presente entrega.

En cualquier caso, esa sedosa secuencia marca de la casa señala los ritmos de un álbum casi susurrado, que transmite vibraciones positivas y, de algún modo, sugiere algún tipo de tranquilidad hospitalaria. Una impronta palpable desde los primeros acordes de esa “You Were The Ones I Had to Betray” que da paso a modestas gemas del tipo de “Yesterday’s Hero”, “Mystery Guest” (dedicada a un amigo fallecido), “New World Julie”, la propia “That’s The Price Of Loving Me” o “We’re Not Finished Yet”, además de las relecturas del “Reich Der Träume” de Nico (respetando el alemán original) y “Dear Betty Baby” de Mayo Thompson.

Parece ser que “That’s The Price Of Loving Me” se grabó en solo seis días de estudio, atendiendo a esa máxima de Kramer (quien, por cierto, toca en todas y cada una de las piezas del elepé, ya sea teclados, piano o mellotrón) que asume la primera idea como la mejor de las opciones. Una autoimpuesta urgencia, la del productor y los mismos músicos, imperceptible en ese resultado final que revela sonido cuidado y detallado en su justa medida. Un álbum sito entre indie-pop y dream-pop, dos mundos hermanados entre los que Dean Wareham vuelve a manejarse como pez en el agua con satisfactorias y encantadoras consecuencias.

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