La palabra honestidad se utiliza con tanta frecuencia en esto de la música, que ha perdido parte de fuerza en su significado. Por eso me gustaría empezar esta crítica remarcándola como es debido, y os pido que la recordéis con mayúscula a la hora de escuchar el nuevo trabajo de este incorruptible veterano de la escena americana. Chuck Prophet es un excelente guitarra (lo demuestra en cortes como la excepcional “Castro Halloween” o la abrasiva “Who Shot John“), pero un pésimo cantante, lo cuál no quiere decir, que su voz grave y ligeramente nasal no esté exenta de cierta personalidad que lo distingue de la mayoría. Por eso este disco vuelve a ser una nueva muesca en su revolver, y afianza su leyenda de artesano dentro de la escena rock americana.
Estamos por tanto ante un disco en el que Chuck se deja de artificios y colorantes, tira de oficio, banda clásica y sonido tan contundente como veraz y cierto. No podía ser de otra forma cuando se trata de rendir un sentido homenaje a su amada San Francisco, auténtica protagonista de las historias del álbum. Empezando por el título, que es el nombre del club de punk-rock de la ciudad de los tranvías, en el que un jovencito Chuck se empapaba de la escena de finales de los setenta y todos los grupos de Slash records. Sello con el que por cierto acabaría firmando ya como miembro de Green On Red. Aunque no te llames a engaño. No es este un disco de punk rock, es simplemente rock de alto octanaje y emoción sincera en las formas. Ni más ni menos.
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