La única pega que tenía “folklore” era la época del año escogida para su lanzamiento. Taylor Swift nos regalaba un álbum otoñal y gris en pleno mes de julio, cuando los termómetros alcanzaban los cuarenta y pico grados. Muchos de nosotros ya fantaseábamos con escucharlo de principio a fin tal y como su sonido merecía y evocaba: alrededor de una manta, con infusión en mano y al calor de una chimenea. Pero, justo cuando las condiciones meteorológicas eran las adecuadas para este escenario y comenzábamos a digerir del todo este último trabajo, va Taylor y, no satisfecha con lo cosechado, nos sorprende con otro nuevo disco titulado “evermore”, primo-hermano del aclamado “folklore”.
Para Taylor Swift, segundas partes no tienen por qué ser malas. Al menos, musicalmente hablando. “evermore” se presenta ante nosotros como un disco de corte muy parecido a su antecesor, tanto en temática como en sonido y estética. Taylor se vuelve a rodear de su equipo de músicos aliados (Aaron Dessner de The National, Jack Antonoff, Justin Vernon aka Bon Iver…) para construir un trabajo que, a juzgar por las primeras escuchas, podría ser considerado un conjunto de descartes de “folklore”. “evermore” parece que es un álbum que también va a necesitar tiempo para ser diseccionado debidamente. Pero, de ser una especie de cara B de “folklore”, ¿qué tendría de malo repetir una fórmula que ha funcionado?
La autora de “cardigan” es más que reconocida por su gran talento para la composición de letras. Con “evermore”, las historias vuelven a ser muy parecidas a las que llevamos escuchando estos meses, protagonizadas por personajes reales y/o ficticios que ven afectadas sus vidas a raíz de ciertas encrucijadas, encuentros, tragedias u otras tramas que constantemente cruzan la línea entre lo real y lo ficticio. Como si fueran cuentos o leyendas que se han narrado entre generaciones a lo largo de la historia y que ahora encuentran su similitud en el plano más simple y cotidiano de la vida. Y en eso de ser narradora, a Taylor no hay quien le gane. Un talento que mucho tiene que ver con la forma de escribir en el country, género del que siempre ha bebido.
Para esta ocasión, Taylor ha decidido aumentar la familia y ha recibido a The National (esta vez, en formato banda) y HAIM como colaboradores en el disco. El resto de patrones a nivel sonido, estructura y producción son muy parecidos a “folklore”, con canción junto a Bon Iver incluida. De hecho, si no eres muy fan, podrías escuchar entrelazados uno y otro álbum y no enterarte de cuál es cuál. Algo que, como decimos, quizá no haya sido un hándicap para el equipo de Swift sino más bien lo contrario: la gracia de este. Según ha explicado la artista en sus redes sociales, las diecisiete canciones de “evermore” surgieron nada más terminar “folklore”, dentro del mismo estado mental de composición, y eso no se pretende esconder.
Sin embargo, hay algo que Taylor y compañía no pudieron predecir a la hora de lanzarse a componer una especie de segunda parte: el descomunal éxito que ha tenido “folklore”. La artista ha conseguido fidelizar a sus fans de siempre, reconciliarse con aquellos que se marcharon cuando, según ellos, esta se vendió al pop, y, por último, meterse a la crítica musical en el bolsillo. Cuando ya te han nominado al Álbum del Año en los GRAMMY y, además, tienes muchas papeletas para hacerte con el premio, ¿para qué arriesgar y poder cagarla con un segundo disco muy parecido?
En cualquier caso, Taylor y sus colaboradores no pudieron parar de crear y decidieron adentrarse aún más en este frondoso bosque, lanzándose a la aventura de publicar dos discos sucesivos con una separación entre ambos de poco más de cuatro meses. Una supuesta locura para los puristas de la industria pop más comercial de la que venía Taylor; pero un ejercicio de sanación, valentía y honestidad artística para sus creadores. Quién lleva más razón se sabrá en los próximos meses; pero lo que está claro es que, cuando pase el tiempo y echemos la vista atrás, podremos decir que Taylor Swift hizo que este fatídico 2020 fuera mucho menos traumático. Y ya solo por ello, ha ganado.
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