El nuevo álbum de Kelis se presenta estigmatizado por la irregularidad que aqueja a la gran mayoría de la producción de ese cajón de sastre que ahora los norteamericanos han dado en llamar urban (r’n’b, soul-hip hop y demás híbridos que encuentran amplia cobertura en la MTV). Si bien su hit “Milkshake” saquea con poco disimulo el patrón rítmico convertido ya casi en una franquicia merced a las producciones de Timbaland para Missy Elliott, lo cierto es que lo nuevo de la pantera de Harlem alterna unos cuantos argumentos de solvencia contrastada (las excelentes “In Public” o “Flashback”, ya incluida esta última en el fallido “Wanderland”) con las inevitables piezas de almibarado e intrascendente r’n’b ( “Glow” o “Stick Up” como botones de muestra), en un trabajo en el que su emancipación de la tutela de los omnipresentes The Neptunes (aquí ya sólo responsables de cinco temas) comienza a ser un hecho. “Tasty” permanece aún lejos del brillante “Kaleidoscope” (1999), pero se perfila como una golosina mucho más aprovechable que los trabajos largos de otras competidoras con mayor pedigrí mediático (como las erráticas Macy Gray o Beyoncé).
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