Take It Like A Man

Es una pena que un músico y cantante de la categoría de Amanda Shires precise de presentación previa, aunque lo cierto es que –y no solo aquí– la conocemos más por tocar el violín en la banda de su marido Jason Isbell que por méritos propios y eso con su extensa carrera da que pensar. Pero no voy a entrar a valorar ahora la prolongada sombra que puede llegar a proyectar la dictadura de género, porque ya está aquí el ¡séptimo! disco de Amanda para pegar un rotundo puñetazo sobre la mesa y proclamar a los cuatro vientos su valía y reivindicarla como merece.

Dejadme que lo diga desde el principio bien alto y claro: Pocos discos voy a escuchar este año más veces y con mayor deleite que este “Take It Like A Man”. Un álbum que lo tiene absolutamente todo para encandilarme. Buenas canciones, instrumentación contenida, arreglos que siempre juegan a favor de la voz, que se erige en máxima protagonista, y una sensibilidad que rezuma por cada uno de sus surcos. Un álbum que empieza de forma estelar con un excelso “Hawk For The Dove” que logra rememorar de forma suave y delicada las atmósferas que Nick Cave trazó en “Murder Ballads” (11) y que atesora incluso un desencajado solo de violín a la manera de Warren Ellis. Pero es que luego llega una delicia como “Take It Like A Man” y uno recuerda lo bonito que puede sonar un tema cuando se toca con la delicadeza y elegancia instrumental de Tindersticks o The New Pornographers. Y así sigue el álbum, regalándonos joyas como la elegante “Empty Cups”, en la que aflora la balada country, una delicada a la par que contenida “Don't Be Alarmed”, la más oscura y desolada “Faut Lines”, la sensual y explícita “Bad Behavior” que con frases como “Maybe it's my nature/Maybe I like strangers/So what if I do?” eleva la temperatura del disco o esa incursión el soul-pop sofisticado que resulta “Stupid Love”. Y así hasta llegar al broche en forma de triste balada titulada “Everything Has Its Time” en la que afloran los problemas de una relación en el que el día a día apaga la llama de la pasión.

Amada Shires se ha desnudado de forma cruda y veraz en un álbum adulto en el que afloran en numerosas ocasiones y de forma explícita los problemas por los que ha atravesado su matrimonio. Un ejercicio que debe resultar doloroso si tenemos en cuenta que Jason Isbell ha aportado su guitarra de forma contenida pero magistral en varios temas del álbum. Un disco que no hubiera sido igual de no contar con la producción del músico y productor Lawrence Rothman (Marissa Nadler, girl in red, Empress Of...) que se ha erigido en una especie de contrapunto y mentor que insuflaba confianza y seguridad a una Amanda Shires que no pasaba por el mejor de los momentos. Y ahí tenemos la clave principal de este “Take It Like A Man”, un álbum fruto de la crisis emocional que exorciza demonios personales y rezuma una sinceridad descarnada. Y todo con una elegancia instrumental que te deja sin aliento.